Parecería que Ulrich Seidl es un gran adepto a la polémica y cierto es que ninguna de sus películas anteriores supo dejar a sus espectadores inalterados: tanto Hundstage (2001), Import/Export (2007), su trilogía Paradise (2012-2013) o incluso documentales atroces como Safari (2016) reproducen con crudeza y frontalidad la desigualdad, la violencia, los abusos de poder y diversos tabúes sociales, como las enfermedades mentales, la senectud o la marginalidad. En sus cuadros sociales, invariablemente decadentes, abundan los desnudos y a menudo algo de sexo explícito como una forma honesta de aproximación a la cotidianeidad de sus personajes.
Pero esta vez la polémica parece superar con creces la alcanzada con películas previas. Un reportaje de la revista Der Spiegel de noviembre de 2022 di...
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