Hay una
historia del cine que se cuenta menos, pero que es
quizás más apasionante que la que se ocupa de películas, directores, actores y
actrices. Es la historia de la técnica, que es también la historia de algunos
hombres y mujeres, la de algunos problemas y sus soluciones, la historia de lo que
hace, por ejemplo, que la Academia de Hollywood sea de artes, sí, pero también
de ciencias. Seguramente, si se escribiera esa historia, el canon del cine
cambiaría y Orson Welles les cedería el asiento a Stanley Donen y Robert
Flaherty a D A Pennebaker.
Donn Alan
Pennebaker era ingeniero y, de no ser por el cine, su aporte a la humanidad
hubiera sido haber creado el primer software de reservas aéreas que se aplicó
comercialmente. Penny, como lo llamaban afectuosamente, había servido en la
marina ...
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