El iluminismo oscuro – Semanario Brecha
LAS IDEOLOGÍAS DETRÁS DE TRUMP

El iluminismo oscuro

La guerra comercial oculta otra novedad inquietante de la segunda presidencia de Donald Trump: la irrupción de una ideología de raíces «libertarias», elaborada en la última década por exponentes de la tecnología digital de Silicon Valley.

Elon Musk, en Los Ángeles, el 13 de abril Afp, NurPhoto, Xavier Collin

Estos neorreaccionarios adhieren a la máxima del multimilmillonario Peter Thiel de que «la libertad no es compatible con la democracia». La doctrina de los neorreaccionarios es el Dark Enlightenment (la ilustración oscura), que pretende destruir la ideología surgida del Iluminismo del siglo XVIII, que domina en Occidente.

Magnates como Elon Musk y Thiel, el vicepresidente J. D. Vance y otros miembros del equipo de Trump están influenciados por esta ideología. Uno de sus principales teóricos es un bloguero-filósofo proveniente de la tecnología digital, Curtis Yarvin. Un sociólogo británico instalado en Shanghái, Nick Land, sistematizó en 2012 el Dark Enlightenment en un opúsculo de 70 páginas. Yarvin publica sus reflexiones en su blog, Gray Mirror, con el seudónimo Mencius Moldbug, inspirado en un discípulo de Confucio.

Los neorreaccionarios se proponen sustituir al Estado por un régimen organizado como una empresa, a la medida de los magnates digitales. Sostienen que esto formalizaría el poder que ya existe, un poder central autocrático y una clase dominante o aristocracia. Cada residente tiene una o varias acciones de la empresa-Estado, la aristocracia. Los que más tienen se convierten en los propietarios del país y eligen a un consejo de administración que, a su vez, designa a su CEO, que opera como un monarca. El único derecho humano fundamental, dicen, es el derecho a salirse de la democracia. Combaten el igualitarismo y consideran que solo el mérito debe conducir al éxito, es decir, a la fortuna y a la ascensión social.

DUX

Land escribe que la democracia se ha degenerado, que es la degeneración misma, y que se ha expandido exponencialmente a un Estado parasitario que ha devorado a la sociedad. Y así como Musk arrasó con el personal de Twitter, ahora está haciendo lo mismo con el Estado federal desde el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés) que Trump creó a su medida. Según recordó Yarvin, doge («dogo» en inglés) era el magistrado supremo de Venecia, el dux.

En su planeta ideal, con Estados administrados como empresas, la población carece de derechos políticos, aunque el príncipe, que compite con otros Estados, debe preocuparse por la excelencia y la eficacia de sus súbditos o residentes. Si un residente o cliente se interesa en política, estaría demostrando una inclinación semicriminal, escribe Land. Si no está conforme, tiene el derecho de mudarse a otro Estado (exit) y allí montar sus propias empresas, pagar sus impuestos y obtener dividendos. Aplicando este principio, Musk mudó sus compañías de Los Ángeles, California, a Austin, Texas.

Los neorreaccionarios admiran el despotismo ilustrado de Federico el Grande en la Prusia del siglo XVIII y los regímenes no democráticos del siglo XXI en fragmentos del ex Imperio británico: Hong Kong, Singapur, Dubái.

Land sostiene que todo lo que Occidente hizo desde hace un siglo debe cambiar, salvo la innovación científica y tecnológica y los modelos de negocio. Y esto solo puede ocurrir si se produce un cataclismo existencial de civilización.

Según la receta de esta gente, Occidente deberá reemplazar la democracia representativa por un constitucionalismo republicano (o incluso mecanismos más extremos de gobiernos antipolíticos), reducir masivamente el gobierno y confinarlo a sus funciones básicas, restaurar el dinero duro (monedas de metales preciosos y billetes respaldados en oro) y desmantelar la discreción monetaria y fiscal del Estado aboliendo los bancos centrales. Por este motivo es que actualmente apoyan las criptomonedas, una gran masa monetaria fuera de todo control. La administración de Trump anunció así, este mes, el desmantelamiento del Equipo Nacional de Vigilancia sobre Criptomonedas, dependiente de Departamento de Justicia.

LA CATEDRAL

Atacan también a la prensa tradicional y a las universidades, lo que llaman «la Catedral». Afirman que el complejo mediático-académico instauró un mecanismo de control de las mentes o supresión del pensamiento en las sociedades occidentales contemporáneas.

La Catedral, aunque no lo dicen, es el equivalente de la sociedad civil de Antonio Gramsci. La extrema derecha en todo el mundo se ha hecho, a su modo, «gramsciana», aunque pocos hayan leído al comunista italiano. También, como los marxistas, consideran que la superestructura, el Estado y la sociedad civil, impide el desarrollo de las fuerzas productivas, o, como dicen ellos, «de la libertad». Por lo tanto, estarían dadas las condiciones para una revolución, o una contrarrevolución, para revertir varios siglos de Iluminismo, de Rousseau, de Montesquieu… Rescatan a Maquiavelo, a Thomas Hobbes, y sus textos hacen referencias a la ciencia ficción y a los videojuegos.

Trump lanzó una ofensiva contra las universidades de la Ivy League y la prensa de calidad. En el marco de acusaciones de antisemitismo proferidas por asociaciones de estudiantes judíos por las protestas desarrolladas en esas universidades por las masacres israelíes en tierras palestinas, bajo amenaza de anulación de donaciones gubernamentales de varios cientos de millones de dólares, Columbia cerró su departamento de Oriente Medio, pero Harvard resistió y el martes 15 le fueron quitados más de 2.200 millones de dólares en subvenciones federales. Princeton y Cornell perdieron, a su vez, subvenciones por otros 1.000 millones de dólares (véase «En medio del silencio», Brecha, 4-IV-25). 

La principal agencia de prensa estadounidense, Associated Press, fue eliminada de la Casa Blanca por negarse a llamar únicamente golfo de América, como lo rebautizó Trump, al golfo de México, al tiempo que invita a conferencias de prensa y a viajes presidenciales a medios de extrema derecha poco conocidos, a veces en lugar de los tradicionales.

Otro bloguero-filósofo también proveniente de la tecnología digital, pero liberal, Mike Brock, considera que «la realidad actuaria (basada en estadísticas y matemática) no favorece a un líder envejecido con una declinante comprensión de políticas. Pero sí a treintañeros y cuarentones que están sentando las fundaciones de un orden posdemocrático. Estos hombres, que pasaron la última década pensando la salida de la democracia, ya no susurran en los oscuros rincones de internet. Están en el poder y con dinero, con inteligencia artificial y con un plan. Y la democracia, en su forma actual, nunca estuvo tan cerca de dar un vuelco», escribió en su blog Notes from the Circus

Con respecto a las megatarifas que sacudieron los mercados financieros, Yarvin sostiene que la intuición de Trump es correcta, pero que el mercantilismo es más complicado que «solo tarifas». Estas ayudaron al sudeste asiático en la segunda mitad del siglo XX pero no a los países latinoamericanos, escribe, y adhiere a una propuesta del magnate Warren Buffett de 2003: la de los certificados de importación regulados por el mercado, cuya cotización, según dice, tiende a equilibrar las importaciones con las exportaciones.

La ideología a derrotar, que Yarvin llama «universalismo», se originó, según él, en el calvinismo de Nueva Inglaterra, llevado a Estados Unidos desde la Gran Bretaña de Calvino y Lutero por los puritanos. El universalismo, sostiene, es el fundamento del liberalismo y del igualitarismo estadounidenses. Según Yarvin, el puritanismo estadounidense triunfó en la guerra de independencia, la Guerra de Secesión, las dos guerras mundiales y la Guerra Fría, y dominó el mundo. Afirma que Washington DC es la nueva Jerusalén, el centro del Estado evangélico, que ha instalado un nuevo orden mundial de fraternidad basado en la igualdad, los derechos humanos, la justicia social y, sobre todo, la democracia. 

Su peculiar visión de la historia contemporánea surge en realidad de su reflexión sobre el nacionalismo blanco. Yarvin se pregunta por qué el nacionalismo blanco aparece como «maligno». Y se responde: «Porque Hitler era un nacionalista blanco y Hitler era maligno». Luego se pregunta por qué el socialismo también lo hace, y dice que «porque Stalin era socialista y era maligno». Pero luego argumenta que Stalin era «más maligno» que Hitler, porque «mandó asesinar a más gente» y porque su maquinaria de homicidios «operó en época de paz», «mientras que los [asesinatos] de Hitler pueden ser vistos como crímenes de guerra contra una civilización enemiga». Finalmente, se pregunta por qué escandaliza una hagiografía bióptica sobre Reinhard Heydrich (uno de los principales artífices del Holocausto), mientras que una sobre el Che Guevara no. 

Land es más duro con Hitler, prefiere compararlo con el Anticristo (que también dejó una tumba vacía, dice), origen de una nueva religión, «la Iglesia del Aborrecimiento del Hitlerismo». Difícil reivindicar a Hitler hasta para la extrema derecha racista…

REVISIONISMO

Los neorreaccionarios son revisionistas de la historia de Estados Unidos, de la Guerra de Secesión, cuestionan a Franklin Roosevelt como autoritario, la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, niegan que Alemania y Japón quisieran dominar el mundo… Y están profundamente marcados por el debate en torno a la cuestión negra en Estados Unidos, a la violencia racial. Estiman que Martin Luther King logró imponer su redentorismo, inspirado en el Éxodo bíblico, en la Catedral, tanto entre liberales como entre conservadores. Combaten la discriminación positiva, la acción afirmativa, las cuotas, todo tipo de promoción social de los negros y de otras minorías. La solución de la cuestión racial es salirse, mudarse, «una actitud típicamente de anglos». Ante la contradicción, el conflicto, es preferible la partida, la separación, salirse: exit.

Yarvin admira al presidente de El Salvador, Nayib Bukele, por «cómo acabó con la delincuencia» en su país. «Es inspirador», dijo en una reciente entrevista en The Spectator.

UN NUEVO NÚCLEO

La «modernización global» solo puede ser revigorizada por un nuevo núcleo etnogeográfico, el de un Occidente reformado (Estados Unidos, los países angloparlantes, Europa) y Asia (Extremo Oriente, sobre todo China, excluyendo a India), escribe Land. Los neorreaccionarios abrevan en una teoría genética según la cual desde hace 1.600 años los pueblos que vivieron al oeste de una línea imaginaria que va de San Petersburgo, Rusia, a Trieste, Italia, y otra al sur, por encima de Andalucía y Campania, se casaban en edades más tardías, practicaban la exogamia, habían cortado vínculos tribales y clánicos y, por lo tanto, desarrollaron características individualistas, emprendedoras, innovadoras. Apoyan la tecnología genética y los implantes que conduzcan a la fabricación de seres biónicos, inspirándose en el enfermero inglés John Campbell, según el cual en diez generaciones surgirá otra «especie humana», superior a las anteriores, y consideran que los humanos están determinados por su genética y por la interacción de esta con la modificación por ellos mismos del medioambiente. En esta línea, Trump firmó un decreto que amenaza al Instituto Smithsonian, el mayor complejo de museos y bibliotecas del mundo, por supuestamente querer «reescribir la historia de Estados Unidos», dada su atención a las minorías (negros, latinos, indígenas). Y, según apuntó Pankaj Mishra en su libro The World After Gaza (El mundo después de Gaza), Musk habría querido prohibir la palabra descolonización.

En su entrevista en The Spectator, Yarvin dejó entrever, además, su desprecio por la Unión Europea (UE) y sostuvo que los dos ejércitos que existen en el siglo XXI en Europa son el ruso y el ucraniano, tras lo que elogió a los batallones Wagner (ruso) y Azov (neonazi ucraniano). «Cuando se unan», dijo, «Europa quedará afuera». Al preguntársele cuál sería la línea roja para controlar un supuesto expansionismo ruso dijo, impulsado por el presidente Vladímir Putin, que sin duda no es el Dniéper, tampoco el Rin, sino el canal de la Mancha.

Quien ha impulsado el acercamiento con la Rusia de Putin es Steve Bannon, que fue consejero y estratega de Trump en su primera campaña electoral y en los primeros meses de su gobierno. Bannon es un tradicionalista que defiende el nacionalismo populista de extrema derecha y tuvo un papel importante en la campaña por la salida de Reino Unido de la UE, el Brexit. Cita a menudo a Julius Evola, un pensador tradicionalista italiano que fuera cercano al nazismo y ha influenciado al neofascismo europeo. Según The Economist del 22 de marzo, Bannon se reunió recientemente durante varias horas con el filósofo ruso Alexander Dugin, presentado como el «ideólogo» de Putin. Estima que Rusia y Estados Unidos son dos países profundamente cristianos y nacionalistas. Según él, la identidad estadounidense surge de sus raíces cristianas y de lo que cohesiona a su pueblo –historia, cultura, destino– y no de la libertad individual ni del libre mercado. Se declara admirador de Curtis Yarvin, añade The Economist.

A principios de febrero pasado, Yarvin lanzó en su blog la idea de vaciar de palestinos la Franja de Gaza y crear allí Gaza Inc., «la primera corporación con representación en la ONU», según escribió. En 2019, un empresario adscrito a esta corriente, Dryden Brown, financiado por Thiel, viajó a Groenlandia para intentar comprarla y llevar adelante el proyecto Praxis, destinado a fundar una sociedad que «regenere a la civilización occidental», con una ideología tecnoevangélica, bajos impuestos y regulaciones para las empresas. Trump se ha declarado dispuesto a tomar Groenlandia por su importancia militar y por sus yacimientos de minerales raros.

El nieto del economista neoclásico Milton Friedman, Patri Friedman, tiene una empresa, Pronomos Capital, que ha desarrollado ciudades utópicas de libertad empresarial: Próspera, en la isla de Roatán, Honduras, e Itana, en Nigeria. Thiel propuso, a su vez, crear ciudades flotantes en aguas internacionales para eludir impuestos… 

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