Fue a partir de una promesa de campaña al Comité Central Israelita (CCIU) que se llegó a la inauguración, hace dos semanas, el 19 de diciembre, de la Oficina de Innovación y Emprendedurismo de Uruguay en Israel. El 2 de setiembre de 2019, esa organización había realizado uno de sus tradicionales eventos con los presidenciables de los principales partidos, esta vez en el auditorio Mario Benedetti de ANTEL. Entre los presentes estaban Adrián Werthein, director y principal accionista del Grupo Werthein y entonces presidente del Congreso Judío Latinoamericano, y Claudio Epelman, director ejecutivo de esa institución. A los candidatos se les entregó un cuestionario para que se pronunciaran sobre una serie de temas importantes para los anfitriones, entre ellos, el estatus de Jerusalén y la posibilidad de trasladar la embajada uruguaya en Israel desde Tel Aviv hacia esa ciudad.
El tema está desde hace décadas en el tope de las prioridades diplomáticas de Israel y de organizaciones dedicadas a la defensa y la promoción de ese Estado, como es el caso del Congreso Judío Mundial, su filial latinoamericana y el CCIU. La intención israelí es que los países trasladen sus representaciones en Israel a Jerusalén, para así generar la suficiente presión para dejar sin efecto la resolución 478 del Consejo de Seguridad de la ONU, de 1980, que condena la anexión ilegal de Jerusalén Este y pide a los Estados miembros «retirar sus misiones diplomáticas de la Ciudad Santa».
«COMO NOS HEMOS COMPROMETIDO, SEÑOR EMBAJADOR»
Según las crónicas de aquella velada de 2019, Ernesto Talvi y Pablo Mieres se ganaron el aplauso de los organizadores al mostrarse determinados a cumplir sin ambages la pretensión israelí. Daniel Martínez, en cambio, dijo que «todas las resoluciones en torno al conflicto en Oriente Medio, incluido el tema de la capital, deben buscar no generar hechos que profundicen ni alimenten el odio», por lo que declinó el pedido implícito que le hacía el CCIU. Al llegarle el turno a Luis Lacalle Pou, el hoy presidente hizo el siguiente razonamiento: «Cuando el dictamen de la ONU tuvo lugar, nosotros participamos de estrados internacionales y hay que cumplir con la normativa y con los mandatos. Hay veces que uno tiene sentimientos encontrados. Me queda claro que para los israelíes la capital es Jerusalén, pero no me puedo comprometer hoy a actuar de esa manera. Algunos países han avanzado en oficinas comerciales. No me opongo, pero hoy no les puedo contestar que haría el traslado [de la embajada]». La referencia era más que nada al Brasil de Jair Bolsonaro, quien había prometido mudar su embajada a Jerusalén pero, acobardado luego por las advertencias de sus socios comerciales árabes, había optado por inaugurar allí una oficina comercial.
La alternativa presentada por Lacalle Pou fue aceptada de inmediato y recordada ni bien el candidato del Partido Nacional resultó electo. El 30 de enero de 2020, directivos del CCIU visitaron a Lacalle Pou en su oficina de transición, donde el mandatario electo les ratificó que abriría «una oficina comercial en Jerusalén». Esta oficina también fue un asunto de conversación a lo largo de ese año en reuniones que el presidente sostuvo con el embajador Yoed Magen. El 1 de setiembre de 2022, Lacalle Pou obtendría el premio Jerusalén de manos de la Organización Sionista del Uruguay. «Como nos hemos comprometido, señor embajador, antes de que termine el mandato vamos a estar instalando una Oficina de Innovación y Comercio uruguaya en Jerusalén», diría en su discurso de agradecimiento, usando por primera vez una denominación que luego recogería el canciller de Israel, Eli Cohen.
Entre el 18 y el 27 de marzo de 2023, con los objetivos declarados de «aprender del modelo de innovación israelí» y «generar contactos» entre empresas y a nivel ministerial, desembarcaría en Israel una nutrida delegación oficial uruguaya encabezada por el entonces ministro de Industria, Omar Paganini, e integrada por Flavio Caiafa, de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII), Gabriel Gurméndez, de ANTEL, Marcela Bensión, del Ministerio de Economía y Finanzas, y otros jerarcas del LATU, Uruguay XXI y Ceibal. Junto con ellos viajaría también una misión de gerentes y empresarios uruguayos de Zo-namérica, Citibank y otras 11 compañías, guiada por el portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel y CEO de Conexión Israel, Roni Kaplan, y el presidente de la Cámara de Comercio Uruguay-Israel, Simón Waisrub, socio de CPA Ferrere. Tras pasar por Tel Aviv, los anfitriones llevarían a la delegación a Jerusalén, donde se reunirían con autoridades de la Universidad Hebrea y visitarían el Museo de la Historia del Holocausto Yad Vashem. A su regreso, Paganini diría a Semanario Hebreo: «Fue algo muy fuerte para mí. Que la humanidad haya pasado por esta situación tan atroz hace, en realidad, bastante poco tiempo indica cuánto hay que valorar lo que se ha conseguido en términos de convivencia democrática, respeto de los derechos humanos, cuánto nuestros valores judeocristianos son pilares fundamentales para una vida en civilización y cómo cuando empezamos a considerar que hay gente que puede ser discriminada pasan estos desastres, que uno ni siquiera lo puede creer. Siempre lo he tenido presente, pero [el museo] lleva a la meditación y la reflexión, uno queda como impactado».
En agosto de ese año y de paso por Uruguay, el canciller Cohen diría a El País que acababa de invitar a Lacalle Pou «a visitar Israel e inaugurar la Oficina de Innovación y Comercio» en Jerusalén. La visita presidencial a Israel y el corte de cinta de la oficina quedarían agendados para abril de 2024, según informaría Azul FM tras la partida de Cohen.
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Para ese entonces se sumaban críticas a la iniciativa de parte de agencias de la ONU, la embajada de Palestina en Uruguay, la mayoría de los movimientos sociales uruguayos, incluido el PIT-CNT, y varios legisladores del Frente Amplio (FA), que aducían una violación del derecho internacional y un cambio proisraelí en la postura tradicional de Uruguay en la materia, reflejado también en las votaciones en la ONU. Ya entonces Israel era acusado de implementar un apartheid por Amnistía Internacional y Human Rights Watch, entre otros, y a nivel internacional se multiplicaban los llamados a cortar o a congelar los vínculos con ese Estado. Quizás el más temido de los rechazos locales era el manifestado por las embajadas de los países de la Organización para la Cooperación Islámica, algunos de los cuales mantienen importantes lazos comerciales con Uruguay.
Además, ocurriría algo inesperado que truncaría la visita del presidente a Israel. El 7 de octubre de 2023 Hamás y otros grupos palestinos atacarían varios poblados del sur de ese Estado, donde dejarían cientos de muertos y heridos y tomarían decenas de rehenes. La forma en que Israel decidió responder lo llevaría a su peor crisis de descrédito internacional, al conocerse los llamados públicos de sus principales autoridades a destruir por completo Gaza y cometer crímenes de guerra contra su población civil. A la documentación de atrocidades infligidas durante 14 meses sobre el enclave palestino se sumaría la denuncia por genocidio presentada por Sudáfrica a la Corte Internacional de Justicia (CIJ), hoy apoyada por otros 32 Estados (entre ellos Brasil, Chile, Colombia, México y España). De genocidio o de actos de genocidio también acusan a Israel actualmente Amnistía Internacional, Médicos Sin Fronteras, Human Rights Watch, el comité especial de la ONU para investigar las prácticas israelíes en los territorios palestinos, varios relatores especiales de la ONU y centenares de académicos especializados en el crimen de genocidio y en el estudio del Holocausto, entre ellos varios destacados estudiosos judíos e israelíes, como Omer Bartov y Amos Goldberg. En julio, la CIJ dictaminaría que Israel está cometiendo crímenes de lesa humanidad, entre ellos el crimen de apartheid, en los territorios palestinos ocupados, y llamaría a los Estados a no colaborar con la ocupación. En noviembre, la Corte Penal Internacional emitiría órdenes de arresto contra el primer ministro israelí y su ministro de Defensa por crímenes de guerra y de lesa humanidad.
No obstante, Lacalle Pou se mantendría en sus trece, pero con precauciones. El 15 de mayo, el ahora canciller Paganini manifestaría en una entrevista con Búsqueda que «Uruguay quiere tener relaciones cada vez más fluidas con Israel» y confirmaría que seguían adelante las gestiones para abrir una oficina en Jerusalén «de algún organismo del Estado uruguayo», a pocas semanas de que Brasil retirara a su embajador en el Estado hebreo y Colombia anunciara el corte total de relaciones bilaterales (Chile, Honduras y Bolivia habían tomado decisiones similares meses antes).
En setiembre, a poco de celebrarse las elecciones nacionales, Paganini anunciaría a la prensa que estaba en marcha la firma de un acuerdo entre la Universidad Hebrea de Jerusalén y la ANII para concretar la iniciativa, con apoyo del LATU. El presidente de este último organismo, Ruperto Long, es un miembro de larga data de la International Israel Allies Caucus Foundation, una organización fundada por el rabino y exministro de la ultraderecha israelí Benny Elon para coordinar el apoyo a Israel entre políticos cristianos de unos 50 países. Según su Declaración de Propósitos, uno de sus principales objetivos es asegurarse de que «Jerusalén es, y debe ser, la capital indivisa de Israel y del pueblo judío, y en reconocimiento de ello, todas las naciones del mundo deberían ubicar sus embajadas en Jerusalén». Tras el anuncio de Paganini, Long se reuniría en Israel para ajustar detalles de la futura oficina con el ministro de la Diáspora, el presidente de la Organización Sionista Mundial, la vicepresidenta del Technion y jerarcas de la Autoridad de Innovación, según diría luego a Semanario Hebreo.
La ANII es una persona de derecho público no estatal, con autoridades designadas directamente por el Poder Ejecutivo, que debe ejecutar sus lineamientos. Paganini diría entonces a los medios: «Esto se trata de una oficina que no es del Estado uruguayo [sic], no es diplomática, es un organismo paraestatal». La agencia ha mantenido desde 2007 un destacado historial de acuerdos con instituciones israelíes, como puede verificarse en su página web. A fines de noviembre se daría a conocer una carta de más de 500 personalidades de la academia, la ciencia y la cultura uruguayas, bajo el título: «No es el momento de abrir una oficina de innovación de Uruguay en Israel» (Brecha, 28-XI-24). En un coloquio en el anexo del Palacio Legislativo organizado por la Campaña Espacios Libres de Apartheid, varios legisladores frenteamplistas expresarían críticas a la apertura de la oficina y el expresidente de la ANII Edgardo Rubianes y el exrector de la Universidad de la República Roberto Markarian se preguntarían por qué abrir la primera y única oficina de innovación de Uruguay en el exterior en Israel y específicamente en Jerusalén, cuando esa ciudad ni siquiera es el principal polo tecnológico israelí, lugar que ocupa Tel Aviv. El Technion, el otro gran polo tecnológico israelí, está en Haifa.
El gobierno haría oídos sordos, pero sin aspavientos. Con Uruguay sumido en la transición tras la victoria del FA –y sin anuncios oficiales hasta días más tarde–, pero en presencia de los directores de la división para América Latina y el Caribe, la división de diplomacia económica, el departamento de América del Sur y la división de relaciones económicas con África y Latinoamérica de la cancillería israelí, el presidente de la ANII firmaría el 19 de diciembre en Jerusalén un memorándum de entendimiento con las autoridades de la Universidad Hebrea por el que quedaría en funcionamiento en la Ciudad Santa la dependencia Innovación Uruguay. La embajada de Israel en Uruguay celebraría ese mismo día «que el gobierno uruguayo y la ANII reconozcan en Israel un ambiente apropiado para estas colaboraciones». Por una de esas casualidades del destino, ese mismo día, Médicos Sin Fronteras y Human Rights Watch darían a conocer sendos informes en los que sostienen que Israel comete «actos de genocidio». También ese mismo día, a unos 70 quilómetros del salón en el que se firmaba el memorándum, en uno de sus ataques cotidianos Israel bombardearía dos escuelas, con lo que mataría a 17 refugiados de su ofensiva contra Gaza, incluidos cinco niños (el día anterior habían sido 38 los palestinos asesinados, el siguiente, 25). Pero los uruguayos ni se enterarían. Caiafa diría más tarde a En perspectiva que en ese momento en Israel había «una tregua».