Danilo Urbanavicius empezó a trabajar en gestión de las artes escénicas en 2009 como autodidacta. Dos años después comenzó su formación en gestión cultural en el Centro Latinoamericano de Economía Humana (CLAEH), donde cursó además la Licenciatura en Gestión Cultural y la Diplomatura en Gestión de Teatros Públicos. En 2013 dejó su trabajo en un call center para dedicarse exclusivamente a la gestión cultural. Actualmente trabaja como asistente del decano de la Facultad de la Cultura del CLAEH y es coordinador académico de la Tecnicatura en Gestión de Instituciones Deportivas. Junto con Germán Silveira y Diego Gómez publicaron La nueva cultura del ballet en Uruguay. El BNS y sus públicos (2021).
Danilo me cuenta que en su casa los temas de política eran parte de las conversaciones cotidianas y de las reuniones familiares, por eso, los nombres de Marcos y de Gonzalo Carámbula, militantes del Frente Amplio, le son familiares desde que era niño. Conoció a Gonzalo en 2011, en el CLAEH. Como estudiante en sus cursos, se familiarizó con su pensamiento y con la metáfora de ecosistema cultural, continuamente presente en sus clases. Danilo enfatiza que Gonzalo no era su amigo, «mi lugar –me dice– es como alumno, como conocedor de las figuras relevantes en el ámbito político y de admiración por su persona».
LA COCINA DEL LIBRO
El libro empezó antes de la idea de un libro. Una compañera de Danilo le preguntó si tenía algo para leer sobre Gonzalo Carámbula. Con esa primera recopilación armó una carpeta en la computadora. A los pocos meses, otra compañera le preguntó si Gonzalo realmente había sido tan importante como se decía en las clases. En ese momento pensó que habría que hacer algo para que los textos de Gonzalo no estén disgregados y puedan ser consultados con facilidad. Sin embargo, fue en una conversación con Emiliano Fuentes, de la editorial RGC, cuando finalmente surgió el proyecto del libro. Danilo le contó sobre la carpeta que había armado con los textos de Carámbula y Emiliano le propuso hacer un libro para la línea de pensadores latinoamericanos en torno a la cultura que tenía la editorial.
Los artículos provenían de fuentes variadas. Si copiaban y pegaban todos los artículos, quedaba un libro de 600 páginas, inviable para la editorial. Había que buscar una línea discursiva para organizar y discriminar el material. El problema que se le presentaba era que en la escritura de Gonzalo todo tenía que ver con todo, todos los temas se abordaban de una manera que los hacía conversar. Llegó un momento en que ya no sabía cómo estructurarlos. El editor fue fundamental para establecer los capítulos del libro.
El primero cuenta su importancia desde un lugar más afectivo. Como Danilo no lo conocía, invitó a escribir a algunas de las personas más cercanas. El segundo se centra en el militante y gestor cultural. Hay textos que tienen que ver con economía y descentralización, entre otros temas, bajo el título de «militante cultural», como se autodefinía Gonzalo. El tercero agrupa los escritos del político. Según Danilo, son textos más duros; hay textos como parlamentario, para dar cuenta de cómo en los ochenta y los noventa impulsó distintas leyes y cuestiones vinculadas a la política cultural, como el Fondo Nacional de Música, la ley de artesanías, la ley de teatros, entre otras.
EL ECOSISTEMA CULTURAL
Según nos dice Danilo, Gonzalo es el impulsor y el creador de la metáfora de la cultura como un ecosistema, con diferentes componentes y organismos, algunos más grandes, otros más chicos, unos que necesitan más luz, otros que necesitan menos luz o más o menos oxígeno. Los componentes y sus necesidades tienen que convivir para preservar esa biodiversidad que es la cultura. Gonzalo hacía una analogía entre el ecosistema cultural y la institucionalidad cultural. Por ejemplo, las grandes compañías estatales, que necesitan mucha inversión para funcionar, conviven con elencos más pequeños del teatro independiente. El Estado tiene que intervenir, no solo para preservar las grandes especies, sino también para resguardar a aquellas más chiquitas, pero necesarias para un funcionamiento sano del sistema.
Además, continúa Danilo, Gonzalo proponía la comparación con el movimiento ambientalista para ilustrar el rol de la ciudadanía y los agentes del ecosistema en la visibilidad pública de la cultura como un derecho humano fundamental. El Estado debe garantizar el derecho de acceso y producción de cultura, pero no necesariamente tiene que decidir cuál es la cultura que va a predominar. Gonzalo trabajaba el concepto de derecho a la cultura muy cerca del derecho a la descentralización, de que la ciudadanía, desde sus espacios, fuera creadora y forjadora de su propia cultura.
Para explicar la diferencia entre descentralización y desconcentración, siempre ponía el mismo ejemplo: tendemos a pensar que el problema de acceso a la cultura se resuelve con un centro cultural con teatro, música y danza, con lo que nosotros entendemos por cultura. Eso está bien, pero no es descentralizar, es desconcentrar. Descentralizar es, por ejemplo, lo que procuraban los Centros MEC (Ministerio de Educación y Cultura), donde existía un referente local que trabajaba con la comunidad para armar la agenda cultural. Entonces tenías espectáculos, pero también talleres de cómo armar un currículum o cómo utilizar un celular, porque, y esto siempre lo repetía Gonzalo, la cultura no es una agenda de espectáculos, sino que tiene que ver con cómo elegimos vivir en sociedad.
LEGADOS Y PENDIENTES
Para hablar del legado de Gonzalo Carámbula, Danilo describe tres líneas de trabajo: la disponibilidad de fondos concursables para el sector de la cultura, el desarrollo de infraestructuras culturales y la formación en gestión cultural. «La primera es una línea que no te digo que la impulsó Gonzalo, pero él fortalece algunos programas que son antecesores de los Fondos de Incentivo y de los Fondos Concursables.» En la segunda línea están las obras del Teatro Florencio Sánchez, la Sala Zitarrosa y el Teatro Solís. La tercera línea tiene que ver con su papel de impulsor de los primeros cursos de formación en gestión cultural que se dieron en la Fundación del Banco de Boston, hoy Fundación Itaú. Además, fue fundador de la Licenciatura en Gestión Cultural del CLAEH y fue su primer director.
«La mayor cuenta pendiente con el trabajo de Gonzalo es la aprobación de la Ley Nacional de Derechos Culturales. La ley, que de hecho vi que está en el programa del Frente Amplio, propone la creación de un ministerio de cultura, de un sistema nacional de cultura y del consejo nacional de cultura y derechos culturales. El desafío más importante que tenemos las personas que trabajamos dentro del ecosistema cultural es visibilizar la ley para que se apruebe en el período siguiente. Es el mejor homenaje que se le puede hacer a Gonzalo Carámbula, más allá de las palabras, de los libros y de los reconocimientos.»