Todos sabemos algo del doctor Sacks. Lo más probable es que hayamos conocido sus libros a través de El hombre que confundió a su mujer con un sombrero o Un antropólogo en Marte. O a lo mejor vimos antes a Robin Williams personificándolo en Despertares y, a partir de entonces, empezamos a prestarle atención a este médico que se preocupó por los pacientes más olvidados de la tierra: ancianos en estado catatónico arrumbados en un hospicio por decenas de años. Otros habrán llegado gracias a Migraña, tal vez porque la padecían y se dieron cuenta de que había un médico que juntaba una documentación asombrosa con especulaciones atrevidas que lo llevaban a preguntarse, por ejemplo, si las visiones de la mística Hildegarda de Bingen no serían menos iluminación divina y más el fruto de un padecimien...
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