La lectura de un post titulado “El ascenso de los agentes literarios”,1 que habla del nuevo rol de los editores atribuyéndoselo al “paradigma digital”, me sirvió de disparador para la siguiente reflexión. No es correcto decir que el cambio del rol tradicional del editor es consecuencia del paradigma digital, menos aun cuando asistimos a la primera crisis del libro electrónico, “a una desa-celeración bastante repentina” (Mike Shatzkin).2 El cambio comienza con el proceso de concentración iniciado hace más de veinte años, que convirtió a la edición en una línea de negocio más dentro de grandes corporaciones multinacionales, muchas de ellas dedicadas a la comunicación (Bertelsmann, Random House, Planeta, Pearson, Reed Elsevier, prisa, La Martinière, Holtzbrinck), cuando no a actividades tan d...
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