El voto de Uruguay en la ONU y la diplomacia médica de Israel - Semanario Brecha
El voto de Uruguay en la ONU y la diplomacia médica de Israel

Cadena de favores

En momentos en que arrecian las críticas a Israel por sus violaciones de derechos humanos, Uruguay elige formar parte de un núcleo duro de defensa de ese país en la ONU. Al espaldarazo israelí a la gestión uruguaya de la pandemia, se suma la intención de cancillería de usar estos vínculos para avanzar en la flexibilización del Mercosur.

Lacalle Pou y Yoed Magen, embajador de Israel en Uruguay Twitter Yoed Magen

Nada como una mano tendida en un momento difícil. Quienes se involucraron en la llegada de los cuatro médicos israelíes a Montevideo a fines de abril conocen el valor de los gestos de amistad. Rony Eshkenazy, Amit Gutkind, Moriya Suliman y Shay Swizza llegaron a Uruguay en un contexto de franco declive de la situación sanitaria. Abril fue el mes de los récords. El día que estos cuatro destacados profesionales del hospital Sheba de Israel pisaron el aeropuerto de Carrasco cerró con 62 personas fallecidas a causa del covid 19 en todo el país. Con eso se acumulaban más de 2.500 fallecimientos desde el comienzo de la epidemia. Más de 1.600 habían ocurrido ese mismo mes. A la vez, casi la mitad de los contagios registrados en todo el transcurso de la emergencia sanitaria se habían detectado en abril. Una semana después, Uruguay encabezaría, por más de 20 días sucesivos, la lista de países con más fallecimientos por la enfermedad –en relación con su población– en todo el mundo. Todavía no había trascendido ese dato fatídico cuando antes de emprender el regreso a Israel, en un perfecto español, Gutkind –el jefe de la delegación– exclamó en una conferencia de prensa: «Están en el camino correcto».

El día anterior al arribo de los médicos habían llegado al territorio uruguayo varias cajas con equipamientos de medicina intensiva, también donados por el Sheba. La simple rutina logística de trasiego del cargamento motivó un pequeño acto solemne en el que la vicecanciller, Carolina Ache, y el embajador israelí, Yoed Magen, posaron frente a las cámaras. Consultada sobre el origen de la donación, Ache respondió: «Fue una iniciativa privada que se planteó al Ministerio de Salud Pública y que el ministerio le planteó a Israel. Después se suman los gobiernos». El embajador, por su parte, dijo: «El contacto surgió de empresarios de la comunidad judía de aquí, de Uruguay, junto con uruguayos que viven en Israel». A continuación dijo que se comunicó con el ministro de salud, Daniel Salinas, y que a instancias de ese intercambio «surgió la idea» de traer también una delegación. Destacó que Israel fue el primer país del mundo que superó la pandemia y que su experiencia podía ser de gran utilidad para Uruguay. Algunos días antes de la llegada de los médicos, la embajada había difundido un comunicado, en el que detallaba: «La visita de la delegación israelí y la donación de equipamiento médico forman parte de las excelentes relaciones de cooperación que existen entre ambos países».

Al margen del embajador, quienes participaron de la organización se refieren al médico Roberto Canessa como uno de los promotores de la iniciativa. El médico contó que la idea original surgió entre los veteranos del Old Christians. De acuerdo con su versión, desde allí se contactaron con integrantes de la comunidad judía en Uruguay, quienes, a su vez, hicieron rápidamente el vínculo con Gutkind, funcionario del hospital israelí e hijo de uruguayos. Una vez concretado el lazo, según Canessa, la idea de que una delegación de médicos acompañara la donación surgió a instancias de su intercambio con el propio Gutkind. «Después llamé a algunos amigos de la cole. Les dije: “Loco, acá hay que meter el hombro”. Algunos de ellos vinculados a [la empresa] Tiendamia. Me dijeron que todo bárbaro, pero que ellos no querían aparecer. Creo que juntaron como 40 mil dólares», contó. «Por último, lo llamé a Salinas para comprometerlo y le dije: “Loco, no me hagas hacer un papelón”», añadió. Consultado sobre la versión del embajador Magen, Canessa contestó: «Es todo verso. Yo le dije: “Vos quedate acá, que vas a salir en la foto”. Porque no gestionan nada. ¿Los burócratas te parece que van a gestionar algo?».

«El ministro me manda un mensaje de Whatsapp para decirme que venía el equipo. Según lo que me dijeron, del Poder Ejecutivo había llegado una propuesta a través de una persona muy importante de la colectividad judía que se había contactado. No recuerdo el nombre. Se lo pasaron al ministro y el ministro me lo pasó a mí», narró el gerente general de la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE), Eduardo Henderson. A partir de ahí, quedó como encargado de organizar el itinerario de los visitantes. La primera actividad en la que participó fue una reunión virtual de la organización. Entre los presentes estaba el embajador de Israel y la cónsul, Sapir Efrón. Henderson afirma que «quedó claro» que la delegación llegaba a partir de una coordinación institucional, pero «con el aval y la coordinación» de la embajada.

Cuando llegaron a Uruguay, los cuatros israelíes fueron recibidos por Magen, Efrón, Henderson y el presidente de ASSE, Leonardo Cipriani. Estuvieron cinco días en el país. Brindaron una conferencia al llegar y otra al irse. Visitaron presencialmente el Hospital Español, el Maciel, el Clínicas, el Británico, el Instituto Nacional de Ortopedia y Traumatología, el CASMU, el Círculo Católico, la Médica Uruguaya y la Asociación Española. Además, tuvieron reuniones virtuales con autoridades del Hospital Militar, con la Sociedad Uruguaya de Medicina Intensiva y con varios hospitales del interior del país. El sábado, antes de volver a Israel, los médicos celebraron el Sabbat en la casa de Canessa. «Les di una charlita sobre los Andes, que se les caían las lágrimas», contó el anfitrión.

NO VINE A DAR CONSEJOS

Antes de salir del país, Gutkind resumió: «Lo que se está haciendo acá va a la par de lo que nosotros estamos haciendo. No hubo casi ninguna diferencia. […] Pudimos encontrar los mismos aparatos que estamos usando en Israel. Y nos parece excelente la manera de organizar el tema de la vacunación. […] La vacunación, al final, va a ser la solución. Nosotros vinimos con esa experiencia y estoy viendo que ustedes la siguen igual. Vacunarse. Es la solución de la covid-19. Están en el camino». Gutkind, sin embargo, no fue explícito sobre el tema del lockdown y de las medidas restrictivas que fueron vitales para el exitoso proceso israelí. Tampoco se destacó el hecho de que Israel utilizó las vacunas de los laboratorios Pfizer y Moderna, que cuentan con una efectividad comprobada sensiblemente mayor a las del laboratorio chino Sinovac, adquiridas por Uruguay.

Brecha intentó, sin éxito, comunicarse con el embajador israelí en Uruguay. El semanario habló, no obstante, con Gutkind, que respondió desde Israel. Sobre por qué no fue explícito en relación con la utilidad del lockdown, manifestó: «Yo no puedo y no tengo ninguna razón para opinar sobre un tema tan uruguayo. Tengo la experiencia de Israel. Pero eso no quiere decir que lo que salió bien en un país podría ir bien en otro. Nosotros tuvimos cuatro lockdowns. Los dos primeros funcionaron muy bien, los dos últimos ya menos. En Israel eso funcionó por un tema de responsabilidad social de la gente. No solamente por decisiones del gobierno. Les comentamos [a las autoridades uruguayas] la experiencia nuestra. La cuarentena funcionó en algunos momentos. Se demostró que después de más o menos diez días de lockdown empiezan a bajar los nuevos casos de una manera interesante. La pregunta es hasta cuándo se puede sostener. Yo tuve mucho cuidado con este tema, porque entiendo que el lockdown tiene consecuencias económicas. Pero quiero que quede claro: no fuimos a dar consejos, solamente fuimos a contar nuestra experiencia. Al final, cada gobierno decide lo que le parece bien para el país».

TRES VOTACIONES, NINGUNA EXPLICACIÓN

Sin argumentar, el 27 de mayo, en el Consejo de Derechos Humanos (CDDHH) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Uruguay votó en contra de establecer una comisión de investigación permanente sobre eventuales crímenes de guerra y abusos sistemáticos en Israel, Gaza, la Cisjordania ocupada y Jerusalén Este tras la reciente escalada de violencia en esa región, que dejó cerca de 300 muertos, unos 3.500 heridos y más de 72 mil desplazados. El voto uruguayo fue parte de una minoría de nueve miembros –finalmente derrotada por una mayoría de 24 votos a favor– y fue recibido con entusiasmo por la embajada de Israel y las organizaciones sociales afines. Desde la cancillería dijeron a Brecha que no harán declaraciones al respecto antes de la comparecencia del canciller en la Comisión de Asuntos Internacionales de Diputados el miércoles próximo.

El posicionamiento uruguayo en esta oportunidad contrastó con lo votado el 23 de marzo en el CDDHH, donde Uruguay se había alineado con una aplastante mayoría de 32 miembros que expresó una «gran preocupación por los reportes de serias violaciones a los derechos humanos y graves incumplimientos del derecho internacional, incluyendo posibles crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad en los territorios ocupados, incluyendo Jerusalén Este». También contrastó con la votación de setiembre del año pasado en el Consejo Económico y Social de la ONU, donde Uruguay apoyó una moción de censura contra Israel. En esa oportunidad, la posición uruguaya le costó el puesto al encargado de Asuntos Políticos de la cancillería, Pablo Sader. Presionado por sus propios socios de la coalición (en especial, por el Partido Colorado), Bustillo atribuyó la responsabilidad de lo votado a Sader.

Luego del episodio de marzo, el canciller debió enfrentar una avalancha de críticas, empezando por el propio embajador Magen, que calificó de «mancha moral» lo resuelto en el CDDHH. El presidente del Comité Central Israelita, Marcos Israel, dijo a El País que la resolución acompañada por Uruguay era parte de «una guerra diplomática contra Israel», «un motor que genera antisemitismo». «Nos lastima mucho como uruguayos que el gobierno vote estas cosas», sentenció. En el Semanario Hebreo, su directora, Ana Jerozolimski, afirmó: «Yo quiero pensar que alguien no está informando debidamente al presidente de la república sobre cómo vota Uruguay en la arena internacional».

Tenía de qué sorprenderse Jerozolimski: en una entrevista que le concedió un mes antes del balotaje de 2019, el hoy presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, le reafirmó su posición proisraelí de vieja data y habló, también, de una «mancha» en la reputación de Uruguay en referencia a los posicionamientos contrarios a las políticas de Israel en foros internacionales durante los gobiernos del Frente Amplio. Lacalle Pou recordaría más tarde –ya como presidente y en un evento reseñado por el Semanario Hebreo– su reunión de 45 minutos con el primer ministro Biniamin Netanyahu en 2019, «lo interesante que fue conversar con él y la alegría de que no se cancelara la programada cita a pesar de que cayó en un día con incidentes que él debía tratar de urgencia».

DIPLOMACIA COVID

El arribo de la delegación del hospital Sheba no fue el único episodio en el que Israel contribuyó con Uruguay. En agosto, según la web de Presidencia de la República, llegaron «20 equipos de alta tecnología» entregados por la embajada para labores de telemedicina. Pero tampoco Uruguay ha sido un destino excepcional para los insumos médicos israelíes durante la pandemia. En febrero, Netanyahu enfrentó críticas del fiscal general Avichai Mendelblit por enviar, sin la aprobación del gabinete, al menos 15 mil dosis de vacunas a República Checa, Honduras y Guatemala. Lo mismo se le prometió a Hungría y a al menos otros 15 países, que aún no fueron revelados.

Las dosis enviadas, previamente adquiridas por Israel de Moderna y Pfizer con el fin de inmunizar a su propia población, forman parte de lo que The New York Times llamó «una diplomacia de las vacunas, con la que países ricos en dosis buscan premiar o influir en aquellos países que tienen poco acceso a ellas». De acuerdo con el periódico neoyorquino, las vacunas donadas por Israel «fueron dadas sin condiciones, pero tácitamente recompensan algunos gestos recientes de los países receptores, gestos que aceptan de forma implícita la soberanía israelí sobre toda Jerusalén». «La inesperada donación de Israel» a Honduras y Guatemala «les permitió a sus gobiernos finalmente dar una buena noticia, lo que parece ser uno de los objetivos del regalo», afirmó, por su parte, la BBC.

La generosidad de Netanyahu despertó críticas no solo dentro de Israel, sino también fuera. El senador demócrata estadounidense Bernie Sanders tuiteó: «Es indignante que Netanyahu use dosis sobrantes para pagar favores a sus aliados mientras hay palestinos en los territorios ocupados que están aún en la espera». Israel no solo ha negado sus vacunas a los palestinos de los territorios que ocupa, en violación del derecho internacional (véase «Apartheid médico», Brecha, 7-I-21), sino que, incluso, ha demorado el pasaje de los cargamentos de Sputnik V que la Autoridad Palestina ha conseguido por su cuenta en los últimos meses.

En materia de equipamiento médico, además de a Uruguay, Israel ha ofrecido suministros gratuitos a varios países de África y Asia. Pero quizás el más favorecido en este rubro es India, un país que en la actualidad mantiene una «profunda y valiente amistad» con Israel, en palabras del canciller de ese país, Gabi Ashkenazi. Una relación que se expresa principalmente a través de acuerdos armamentísticos y el entrenamiento por Israel de fuerzas especiales y policías indios. Esta colaboración ha despertado polémica en ambos países tras las múltiples denuncias de violaciones de los derechos humanos por los uniformados indios en la región ocupada de Kashmir. El caso recuerda el de las fuerzas especiales de Camerún, también armadas y entrenadas por Israel e implicadas en denuncias de violaciones de los derechos humanos.

Mientras India mantuvo una discreta abstención en las últimas dos votaciones del CDDHH que implicaron a Israel, la República Checa hizo lo propio el 23 de febrero –el mismo día que recibía un cargamento israelí de 5.000 dosis de la vacuna de Moderna– y fue uno de los nueve que votó junto con el delegado uruguayo en la sesión del 28 de mayo. Otro de ellos fue el representante camerunés. Entre los nueve también está Islas Marshall, un Estado libre asociado a Estados Unidos que, junto con sus vecinos Palau y Micronesia, forma parte de un bloque automático proisraelí en la ONU. Otro de los compañeros de bloque de Uruguay en la votación de mayo es Malaui, uno de los cinco países más pobres del mundo de acuerdo con su producto bruto interno y al que Israel ha facilitado una cuantiosa ayuda en materia agrícola.

GRAN OPORTUNIDAD

Ayer de tarde, el embajador Magen tuvo una nueva reunión con autoridades de la cancillería. Uno de los asuntos sobre los que se intercambió atañe a la idea de Uruguay de abrir mercados para productos lácteos en Israel. Estas negociaciones se dan en el marco del tratado de libre comercio (TLC) que el Mercosur mantiene con el Estado hebreo. La cancillería entiende que el acuerdo tiene algunas pautas restrictivas, como cuotas demasiado pequeñas y productos excluidos, que son de interés estratégico para Uruguay. El país no tiene la posibilidad legal de negociar bilateralmente con Israel. Por eso, la cartera de Bustillo presentó en el Mercosur una propuesta que sí lo permitiría, para «mejorar» los términos del acuerdo. En diciembre de 2020, en ocasión del Día del Exportador, la ministra de Economía y Finanzas, Azucena Arbeleche, anunció, sin explayarse, que «se esperan novedades» en relación con el comercio con ese país.

Según los datos de la Unión de Exportadores, el cárnico es, por lejos, el principal rubro de exportación de Uruguay a Israel. Los productos tecnológicos marcan la agenda de las importaciones. Según los datos de Aduanas, desde 2007 –con la excepción de una importación de leche en polvo ese año– Uruguay no exporta productos lácteos a Israel, a pesar de que Conaprole cuenta con la certificación kosher, que indica la aptitud de los alimentos para el mercado hebreo. «El comercio de productos lácteos con Israel es poco significativo. No hay un flujo comercial consolidado. Además, Israel es muy proteccionista en materia de lácteos y en el TLC con el Mercosur las cuotas para los lácteos son mucho menores», dijo a Brecha una fuente especializada en ese mercado.

Pero en la negociación con Israel no está en juego solamente una cuota mayor para los productos lácteos. La cancillería apuesta más alto. En febrero de este año, ante la Comisión de Asuntos Internacionales de Diputados, Bustillo fue claro: «Si la negociación con Israel es exitosa, servirá como un nuevo ejemplo de bilateralidad dentro de un esquema de bloque». Según entiende el ministro, la eventualidad de un entendimiento con Israel allanaría el camino para un objetivo superior: la flexibilización del Mercosur, una de las puntas de lanza de la política exterior del gobierno de Lacalle Pou.

El 26 de marzo, Bustillo y Arbeleche dieron a conocer que Uruguay presentó formalmente una propuesta en ese sentido. El canciller dijo: «Esta es una gran oportunidad que tenemos por delante, porque, más allá de las diferencias, todos anhelamos lo mismo: ampliar las posibilidades de inserción en el exterior». Arbeleche, señaló: «Esto también nos va a permitir tener más empleo que, desde el punto de vista de la economía, es el principal desafío que tenemos». Ante las consultas de Brecha, la cancillería declaró «confidencial» la propuesta del gobierno uruguayo de ampliar el mercado de lácteos con Israel –pues la conversación sigue en pie– y declinó hacer declaraciones sobre el avance de las negociaciones con el embajador.

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