Las internas en Uruguay, como toda elección voluntaria, tienen un doble desafío para los precandidatos, dirigentes y partidos políticos, habituados a elecciones obligatorias: tienen que convencer a los electores no sólo de que los voten, sino también de que vayan a votarlos. En otras palabras, la activación política y la movilización de los ciudadanos son cruciales. Desde la primera elección interna, en 1999, la historia del desempeño de los distintos partidos políticos en motivar a los votantes a participar no se condice con la activación que logran en las elecciones nacionales de octubre, cuando el voto sí es obligatorio. ¿Por qué los partidos que activan más electorado en las internas no siguen siendo los partidos que movilizan más en octubre?
El Frente Amplio (FA) fue el partido más votado en la primera vuelta de la elección nacional desde 1999 hasta 2014 y, sin embargo, son el Partido Nacional (PN) y el Partido Colorado (PC) los que han obtenido más votos en todas las internas, con excepción de 2004. En 1999, el PC fue el que obtuvo más votos en las elecciones internas, y en 2009, 2014 y 2019 fue el PN. Aun en 2004, cuando el FA logró más votos que los otros partidos en las internas, la diferencia entre el porcentaje que obtuvo sobre el total de votos en las internas y en las nacionales fue mucho mayor que la de los otros partidos. Más allá de la cantidad de votos que obtiene cada partido en la interna, es interesante observar cuánto crece entre la interna y la nacional. El incremento de los votos recibidos por los tres partidos entre elecciones es muy distinto. El PN nunca duplicó sus votos de una elección a otra, mientras que el PC los triplicó en 2009 y los duplicó en 2014. Por su parte, el FA siempre ha duplicado, triplicado o hasta casi cuadriplicado sus votos de una elección a otra (en 2014 aumentó el 272 por ciento).
Uno de los principales factores que explican la participación de los votantes en las elecciones, en especial cuando son voluntarias, es la competencia. La idea es que, cuanto más reñida sea, los ciudadanos más irán a votar. La interna del domingo podría clasificarse como la más competitiva desde 1999, ya que en los tres partidos mayores había múltiples candidaturas, candidatos nuevos, y las encuestas mostraban algunas de estas competencias como no definidas. Esto es si sólo miramos la competencia entre los precandidatos presidenciales, pero la competencia se da también en otros niveles: entre listas a nivel nacional y para conformar las convenciones departamentales. En las internas existe una fuerte competencia entre las fracciones de los partidos, la cual se ve aumentada porque algunos sectores hacen acuerdos para ordenar las listas a diputados para octubre según el porcentaje de votación que obtengan en la interna. Esto genera que los dirigentes activen al electorado porque, además de estar consiguiendo apoyos para el precandidato a presidente, se benefician ellos mismos si su lista es la más votada. Tanto sectores del PC como del PN han usado estos acuerdos, que, sin duda, incentivan la movilización de dirigentes y, como consecuencia, la participación de votantes. La competencia también aumenta porque en las elecciones internas se definen las convenciones departamentales, fundamentales para la posterior definición de candidatos a intendente y alcalde. Por esta razón la movilización generada por las campañas en el interior no se observa de igual manera en Montevideo.
La activación que se necesita en las elecciones internas puede generarse por el trabajo de una estructura política ya establecida, por una campaña mediática que genere voto de opinión, por una campaña en el territorio creada para la elección, o combinaciones de estos factores. El voto de opinión, en las internas uruguayas, es más importante en Montevideo que en el interior. Contar con una estructura política que haga que los militantes movilicen a la gente para votar favorece a los candidatos más establecidos dentro de cada partido, como sería el caso de Sanguinetti, Lacalle Pou, Amorín Batlle, Larrañaga, Antía y cualquiera de los candidatos del FA, ya que cuentan con clubes y comités de los sectores que los apoyan. Algunos de ellos claramente fueron exitosos en la movilización, pero los resultados de estas internas muestran que también es posible lograr la activación política de otra manera. Las candidaturas de Talvi y Sartori, con importantes diferencias entre ellos en las estrategias de campaña y los recursos económicos invertidos, pero con el factor común de no tener estructura política anterior a la campaña, lograron niveles muy importantes de participación a través de una estructura creada para la campaña. Esto es común en otros países, pero es la primera vez que en Uruguay alcanza niveles de efectividad tan altos. Por último, es sorprendente que un partido nuevo, como Cabildo Abierto, alcance el 4,4 por ciento de los votos en una elección en la que lleva candidato único, no hay competencia significativa entre dirigentes en las listas, no cuenta con infraestructura establecida de antes ni creada para la elección y tampoco realizó una campaña mediática de gran alcance apelando al voto de opinión. Su performance electoral rompe con la lograda en el pasado, e incluso en esta elección por partidos nuevos o pequeños, y es una señal de gran capacidad de movilización.
Sin duda, la movilización y el activismo que generan las internas, diferentes a los de las nacionales, siguen siendo un tema que merece mucho más estudio que el que recibe y todavía nos queda mucho por entender. La acumulación de elecciones y experiencias permite tener una comprensión cada vez mejor del fenómeno y genera también un aprendizaje en los actores políticos que permite una mejor adaptación a las reglas de juego.
* Doctora en ciencia política, Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos). Profesora del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Católica del Uruguay.