“Ningún hombre es una isla”, decía John Donne en el poema del que Hemingway robó un verso para titular su novela “Por quién doblan las campanas”. Pero en épocas de aislamiento social nos sentimos como tal, ya que, a pesar de compartir un destino común, estamos solos y ponemos a prueba nuestras fortalezas mental y física, nuestro ingenio y nuestra resistencia. Las islas han capturado la imaginación literaria desde Homero hasta Muriel Spark, desde Shakespeare hasta Houellebecq. No sólo por ser un tópico, sino, sobre todo, por ser un artefacto perfecto para la creación literaria.
En la
literatura hay una isla para todos los gustos y todas
las edades. Las que atraviesa Ulises en La odisea, la casa de Calibán en
La tempestad, la de Utopía, de Tomás Moro, las que poblaron la
literatura de los si...
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