Jonathan no superaba los 26 años cuando lo conocí. Era de Piedras Blancas, pero había dejado su casa por problemas familiares y ahora se movía en el Centro de Montevideo. Cuidaba autos en la esquina de Acevedo Díaz y Francisco Canaro durante la tarde y la noche, después de que se iba el veterano que estaba en esa cuadra desde hacía varios años. En ese rato, trataba de conseguir los 250 pesos necesarios para poder pagar la estadía en una pensión que quedaba cerca. A veces lo lograba, otras, no. Cuando no podía, dormía en la calle, ese lugar en el que pasaba la mayoría de sus horas, revolviéndose para conseguir una moneda y algo de comer. Aun así, siempre volvía al día siguiente. Hasta que en un momento dejó de aparecer.
Tuvieron que pasar dos años para que me lo encontrara de nuevo, un domi...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate