El fondo del Museo de la Memoria da a un parque que conecta la vieja casona con la Fundación Zelmar Michelini. Allí hay una carpa grande del color del pasto, sillas y tablones de madera sobre caballetes. Por un parlante se anuncia el comienzo de las actividades a cargo de la asociación cultural Circusvagnen, titubea la voz al pronunciar el nombre sueco que al español se traduce como “carro de circo”. Las mesas se llenan de hojas, lápices, tinta y otras herramientas para hacer grabados, las sillas se ocupan con niños –y no tan niños– entretenidos.
Invitados por la fundación en el marco de los 40 años de los asesinatos de Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruiz, Rosario Barredo y William Whitelaw y la desaparición de Manuel Liberoff, una decena de integrantes del Circusvagnen contagia su esp...
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