En su ensayo “Tal vez soñar” –publicado originalmente en Harper’s en 1996 y luego reformulado para el libro de ensayos Cómo estar solo (Salamandra, 2003)– Jonathan Franzen (1959) se preguntaba acerca del papel de la novela en una sociedad dominada cada vez más por la cultura de la imagen y el espectáculo. Cómo seguir escribiendo una ficción socialmente relevante y al mismo tiempo capaz de captar la atención de un público disperso. Por entonces Franzen llevaba publicadas dos novelas –Ciudad veintisiete (1988) y Movimiento fuerte (1992)– y se proyectaba como una de las nuevas voces estadounidenses junto a Jeffrey Eugenides y David Foster Wallace. Fue precisamente junto a este último que logró determinar lo que, a criterio de ambos, debería ser el principio rector de toda ficción: “La narrati...
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