En el contexto de los años cincuenta uruguayos era un escándalo referirse a temáticas de sexualidad y erotismo, pero Armonía, protegida tras un seudónimo, redobló la apuesta mostrando ejemplos de perversidad, inmoralidad, frustración y desenfreno que llegaban a retratar el instinto más puro, creando una literatura que rompió con lo establecido y que resulta transgresora hasta el día de hoy.
En La mujer
desnuda (Montevideo, 1950), uno de los temas es
la denuncia de los fundamentos sexistas de la organización social y de las
relaciones interpersonales, teniendo como cuestión central el individuo libre enfrentado
a la elección entre los valores recibidos, lo aparentemente normal y su propio
discernir. Todo esto dentro de una narrativa imaginaria; en la diégesis de la
novela, un evento irracio...
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