El “sesgo antiagrario” de las narrativas históricas, el legado batllista y la tradición intelectual de la izquierda uruguaya no colaboran en calibrar los costos ambientales y sociales de esta “segunda modernización” del capitalismo agrario uruguayo. La existencia de un “pensamiento conservador rural” también le parece innegable, pero discrepa con reforzar la dicotomía campo/ciudad y mirar lo agrario desligado de problemas comunes a la economía capitalista. Le parece un déjà vu el discurso antiestatista de los autoconvocados, y llamativo su silencio sobre la renta de la tierra. Aunque se presentan como productores rurales, opina que buscan un nuevo “pacto social” respecto al gasto público y el reparto de la riqueza, que no se dilucidará en la mesa de negociación del Ministerio de Ganadería ...
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