«La gente está dejando de tener miedo» - Semanario Brecha
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Con Marcela Barrios, presidenta del Frente Amplio de San José

«La gente está dejando de tener miedo»

El Frente Amplio (FA) volvió a ser la fuerza más votada en San José en la elección nacional: superó por 10 mil votos al Partido Nacional (PN). En el balotaje, la coalición de izquierdas continuó creciendo y le ganó por 700 votos a toda la coalición oficialista. Marcela Barrios, presidenta del FA maragato, dijo que estas victorias fueron el resultado del buen momento que atraviesa la departamental partidaria y las debilidades que muestra el modelo del PN en el departamento. Y aseguró que el futuro gobierno debe reanalizar el proyecto Neptuno, porque tal como está diseñado no puede firmarse.

héctor piastri

Marcela Barrios empezó a militar en el Frente Amplio (FA) cuando tenía 14 años. Su familia tenía tradición frenteamplista: su padre estuvo en la fundación de la coalición de izquierdas en San José. Tiene una maestría en Sociología y es funcionaria del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Integró la Vertiente Artiguista y el sector Ir, pero hoy se define como frenteamplista independiente. Sobre fines de 2021, asumió la presidencia de la fuerza política en tierras maragatas casi que de casualidad, y fue parte, junto con decenas de jóvenes, del proceso que llevó a un nuevo triunfo electoral del FA en un departamento de fuerte tradición blanca.

—¿Por qué el FA gana en octubre y noviembre en San José?

—Trabajamos mucho para este resultado. San José tiene una parte del departamento que se comporta como Montevideo o el área metropolitana –que es la zona de Ciudad del Plata–, donde el FA siempre ha votado bien, y otra donde eso no sucede. El crecimiento más importante en comparación con otras elecciones fue en San José de Mayo [la capital] y en localidades pequeñas. Allí hubo mucho trabajo de parte nuestra, pero también un desgaste del modelo del Partido Nacional [PN].
En el marco de la presidencia de Fernando [Pereira], del plan de los 500 comités y de la descentralización, el FA abrió, por ejemplo, un comité de base en Ituzaingó –una localidad ubicada en la ruta 11 casi que en Canelones–, otro en Capurro-Pueblo Nuevo, otro en un barrio inundable de contexto crítico, acá en San José de Mayo, donde el FA no llegaba. También incidieron las características de Yamandú [Orsi], con su capacidad de llegada al interior. O sea, se dio un contexto favorable a nivel nacional, que se acompañó con una campaña segmentada de la departamental de San José para darle un mensaje a cada público, a cada zona del departamento.

—¿Por qué al FA le cuesta captar votos en la zona rural?

—Porque nunca se priorizó. Esa es la verdad. La prueba está: la zona de Rafael Perazza –donde existe mucha preocupación por la construcción del pólder para el proyecto Neptuno–, que la trabajamos mucho para el balotaje, fue donde más crecimos, un 34 por ciento. En la zona de Ecilda Paullier, donde hicimos una actividad repotente con Blanca Rodríguez, también crecimos. El FA hizo la autocrítica de que había dejado de mirar el interior, y es parte de lo que se hizo en esta gestión con el plan de los 500 comités y de intentar llegar a todos los pueblos. El PN tiene más una lógica de punteros o caudillos –no sé cómo llamarlos– que le ha rendido mejor.

—¿El FA tiene políticas para atender a la población rural?

—Si vos vas a la casa de un productor rural de San José –el departamento del país que tiene más población rural dispersa– y le preguntás cómo consiguió el tanque, te dice que con el préstamo y la financiación que le dieron con el Banco República (durante los gobiernos del FA). O sea, los gobiernos del FA han mirado a los pequeños productores, han existido políticas para esta población. Pero no hubo un correlato con el discurso. El FA y muchos de sus sectores, cuyos dirigentes están en Montevideo, terminan reproduciendo el mundo que conocen, y no ha habido una planificación para mirar todos los territorios. En este período, con Aníbal Pereyra, hubo una idea de mirar hacia los territorios.

—¿El FA es demasiado centralista en su lógica de acción política?

—Creo que sí. Entiendo que es donde está la gente, donde están los votos, pero también es donde está la dirigencia. Por eso intentamos romper esas lógicas, haciendo reuniones en todas las localidades, haciendo que la gente se vaya sintiendo parte de los procesos, de las decisiones. Históricamente, en el FA de San José se han vivido procesos de disputas internas que han roto la orgánica, nosotros tratamos de hacer un proceso recomponedor. Ahí está una de las claves: esta elección nos agarró creyendo nuevamente en las utopías.

—Algunos actores políticos intentan instalar un discurso de confrontación campo/ciudad. ¿Cómo se enfrenta ese discurso?

—La clave es ponerse en el lugar del otro y escucharlo. De cara a la campaña, una de las zonas donde más conversamos fue la de Rafael Perazza. Pero durante todo el período nos reunimos con la Asociación Rural del Uruguay, con la Federación Rural del Uruguay [FRU]. En las instancias de «El FA te escucha» fueron de las organizaciones que priorizamos. Vino el presidente [José] Mujica a reunirse con la FRU. La idea es pensar en un país más integrado, con todos y todas, y romper esos discursos. Uno va construyendo pensamiento en el lugar donde está inserto. Si naciste en Montevideo, vivís en Montevideo, tus amigos son de allí, sos dirigente de Montevideo y terminás reproduciendo ese pensamiento quizás sin cuestionártelo mucho, y reproducís estereotipos. Al hablar de los del campo, te imaginás que son terratenientes con grandes poderes, cuando el campo está lleno de pequeños y medianos productores, que muchas veces ganan menos que un trabajador de la ciudad o de la industria. Cuando empezás a hablar con el otro, a ponerte en su lugar, a salir de acá adentro (de la sede), esas cosas se desarman solas. No son los unos o los otros. La gente quiere llegar a fin de mes, ser feliz, ver a sus hijos crecer. A veces son dicotomías medio creadas, no son reales.

—¿Fue difícil militar en las zonas rurales en los últimos años?

—En esos lugares de los que te hablaba, como Ituzaingó, siempre hubo frenteamplistas, pero no se había podido organizar el comité de base por las propias trabas que establece la estructura del FA: hay que tener cierta cantidad de adherentes, se asociaba el comité a un local, hay que tener plata para alquilar el local. Siempre hubo algún fueguito frenteamplista. Lo que costó fue que se animaran a dar el paso,
porque una cosa es ser votante y otra ser militante. Eso nos sigue pasando en muchos lados, como en la zona de Mal Abrigo, donde de repente hay gente que vota al FA, pero cuesta que se conviertan en militantes.

—¿Es difícil ser frenteamplista en el interior profundo del país?

—Sí, todavía es difícil ser frenteamplista en San José de Mayo.

—¿Por más que el FA haya ganado?

—Por la cuestión de la intendencia. Hay muchas cosas aún: los proveedores, la gente que trabaja en la intendencia. Salís de barriada y hay gente a la que le da miedo hablar, que te vean con ella, que te dice «yo los voto, pero váyanse».

—¿El poder de las intendencias sigue siendo muy fuerte en el interior?

—Sí, sí. Y todavía queda un estigma, sobre todo en los lugares más chicos, donde hay gente que asocia ser frenteamplista con el comunismo. Creo que hubo un aprendizaje en cómo llegar a la gente. Si llegás a la casa de un productor rural y empezás a conversar sobre cómo está ahora, cómo estuvo antes, de las políticas que hubo durante los gobiernos del FA, sobre cómo pasó la anterior sequía, sobre cómo pasó esta sequía, hay cosas que se contestan solas y la gente se abre. Si llegás con una posición más dogmática, a la gente directamente no le interesa escucharte.

EL DESAFÍO

—¿Se puede decir que San José sigue siendo un departamento blanco?

—Puede ser un departamento en transición o en disputa, un departamento blanco, creo que no. O sea, van cuatro elecciones que a nivel nacional gana el FA y que después a nivel departamental la gente vuelve a tomar la opción del PN. Creo que no es un departamento blanco. En San José, el principal motivo es la dependencia con el gobierno departamental, el miedo de la gente a perder el trabajo o de los proveedores a que les dejen de comprar. Hay muchos empleados municipales con contratos precarios, zafrales o a término, ahí está el miedo de que, con cualquier cambio, los puedan sacar. Se siembra la inseguridad y ese sistema se sigue perpetuando. Creo que ese modelo caudillista que giraba en torno a la figura del exintendente [Juan] Chiruchi, que sus sucesores han ido repitiendo, está empezando a caducar.

—¿A qué atribuye que ese modelo comience a decaer?

—Capaz que el caudillismo tenía sus formas de hacer y su sustento, y las personas que siguieron no tienen las mismas condiciones que la persona que creó el modelo. Quizás no tienen una figura tan carismática. La intendenta [Ana Bentaberri], en muchas de las cosas que fueron sentidas para la población, no dio la cara, no apareció. Se la llamó varias veces a la Junta Departamental y nunca fue. Con el tema del proyecto Neptuno, la gente y los productores de la zona hubieran esperado que ella tomara una posición; por más que se entienda que es un asunto de carácter nacional, hay competencias que debe asumir la intendencia como policía territorial. Por lo menos exigir más información sobre algo que está pasando en su departamento.

—Después de la elección de octubre usted decía que «no hay mayo sin noviembre». En noviembre, el FA mejoró su votación. ¿Cambia la óptica sobre la elección departamental o el PN sigue siendo favorito?

—Nosotros venimos en un proceso de acumulación y pensando que en algún momento vamos a llegar [a ganar el gobierno departamental], pero no pensábamos que en esta elección fuéramos a tener chances. El resultado precipitó todo, por el apoyo que tuvimos, por cómo está el FA y por cómo está el PN. El gran generador de este modelo actualmente es [el ministro] José Luis Falero, que quedó afuera del Senado y en octubre perdió en su propio pueblo. Son señales que la ciudadanía da y hay que entenderlas. La gente comienza a darse cuenta y deja de tener miedo. Eso nos deja mejor parados.

—¿Cómo se hace para que esa sensación se traduzca en votos en mayo?

—Para mí, el estado de la orgánica departamental es fundamental. Quizás puede verse como algo menor, pero no lo es. El FA tuvo como candidatos a un exintendente [Jorge Cerdeña] y a un exdiputado [Heber Sellanes], y ni siquiera así lo logramos. Y no lo logramos, entre otras cosas, porque la departamental estaba rota. Esos procesos se hicieron en Montevideo, pasando por encima de la gente. Entonces, la salud de la departamental es clave, porque es la gente la que va a militar. Que esa gente sea parte del proceso es fundamental.

—¿El FA está preparado para asumir la gestión de la Intendencia de San José?

—Creo que sí. Hoy podemos ir a un plenario para la definición de candidaturas y salir sanos. Que la gente entienda cómo es el proceso, que se sienta parte, que se sienta reflejada por el candidato o candidata, que no sea algo impuesto: todo eso hace que la gente milite con alegría, que se ponga la camiseta, que se sienta parte del cambio. Para la construcción del gobierno, el FA tiene experiencias exitosas en las otras dos intendencias del área metropolitana, como Montevideo y Canelones, y puede haber una ayuda de esos equipos técnicos para delinear [la gestión], y en San José hay gente muy capacitada para hacerlo.

—¿San José se ha integrado bien al área metropolitana?

—Cuando asumimos nos pusimos como objetivo poner a San José en el mapa. En muchas cosas sentíamos que éramos la Cenicienta del área metropolitana. Muchas veces cuando se habla de área metropolitana te referís a Montevideo y Canelones. Hay un montón de cosas, como movilidad, manejo de recursos hídricos, todo el cuidado de la cuenca del río Santa Lucía o temas de producción, que deben pensarse en clave de área metropolitana. No alcanza con la queja, las cosas son de ida y vuelta. Nosotros intentamos aportar, proponer. En este momento, estamos integrando la comisión de programa del área metropolitana, donde la idea es que las propuestas sean pensadas por gente de los tres departamentos, y que cuando el gobierno nacional tome decisiones sobre el área metropolitana
San José también esté contemplado. La idea es pensar un programa departamental en diálogo con los otros dos departamentos.

EL AGUA

—¿Cuánto pesó el impulso del proyecto Neptuno de Arazatí en el crecimiento electoral del FA? ¿Tuvo impacto?

—Creo que en el balotaje sí pesó. En la zona de Rafael Perazza sí tuvo impacto. Este tema puede haber socavado la imagen de la intendenta, por temas en los que estaba ausente. Pero es algo que les importa a los ambientalistas y a los productores, que no ha permeado a toda la sociedad como para que sea un factor de decisión electoral. Sí puede ser en los productores de esa zona.

—¿Qué valoración hacen desde el FA de San José sobre el Neptuno?

—Nosotros hemos dialogado mucho con los productores de la zona y los grupos ambientalistas, y hemos tratado de transmitir sus inquietudes a las autoridades del FA. El FA en su programa habla de construir la represa de Casupá, creemos que hay que ir por ese lado, y en todo caso seguir estudiando si se necesita una toma alternativa, pero no este proyecto así como está, porque por algo hay tantos detractores. No son solamente los productores, también están la academia, la Universidad de la República, los grupos ambientalistas. Hay muchísima gente que, por distintos motivos, se opone a este proyecto. Está el tema de las cianobacterias, del pólder, de la forma de gestión, del costo para el Estado. Hay muchas cosas que deberían analizarse con más profundidad. Hemos intentado incidir dentro del FA para que se revise y se analice bien, que no se firme así como está.

—¿Cómo evalúa las primeras definiciones del presidente electo sobre el proyecto de Arazatí?

—Bien. Nos sentimos totalmente representados y alineados. Nos hemos sentido escuchados. Que el tema haya estado en la agenda de la primera reunión del presidente electo con el presidente saliente es una muy buena señal.

—¿Y si se llega a firmar? El consorcio que impulsa el proyecto está presionando para que se firme y la obra se concrete.

—El FA siempre ha sido muy claro con nosotros y con la ciudadanía de que en Uruguay, por un tema de certeza jurídica, los compromisos deben cumplirse. Creo que debería primar la sensatez: si hay tanta gente que está en contra, por lo menos que se abran más espacios de diálogo social, de escuchar a todos los actores. Estuvimos en la audiencia pública y era impresionante la cantidad de gente que, quizás en muchos otros temas no coincidiera en nada, estaba en contra del proyecto. Había gente de todos los partidos políticos, del propio PN. En este contexto se debería esperar la transición para analizarlo con mayor profundidad.

—Más allá de este proyecto, ¿el tema ambiental toma fuerza en la elaboración del programa departamental y en una eventual gestión de gobierno en San José?

—Sí. El tema ambiental es algo que en el FA de San José hemos tenido hace tiempo en el radar. San José es el departamento con mayor proporción de población afincada en el medio rural, por eso hemos trabajado el tema del uso de agrotóxicos, incluso con propuestas para cambiar la normativa con relación a las fumigaciones, porque hay normas que prohíben fumigar en los entornos de las escuelas, pero no en el entorno de las casas. También está en agenda todo lo vinculado con las formas de producción, la búsqueda de una producción más sustentable. Vimos con buenos ojos que el programa del FA hablara de la transición ecológica justa, porque tiene que estar el equilibrio entre la producción, la productividad y el medioambiente. 

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