Estados Unidos, en el norte de América, y Brasil, en el sur, son la plataforma de expansión de distintas vertientes de un evangelismo conservador que aspira de forma creciente a jugar fuerte en la escena política. Para sus adherentes, se trata de una “guerra espiritual” para remodelar la sociedad en función de sus creencias religiosas.
El fenómeno no es
nuevo –data de casi cuatro décadas atrás–, pero en los últimos tiempos ha dado
mucho que hablar (a Brecha incluida), por la fuerza que ha tomado en
países latinoamericanos, como Brasil y Costa Rica –también Guatemala, México y,
crecientemente, Chile–, en Estados Unidos, en países de Asia. Su incipiente
desembarco en el muy (¿muy?) laico Uruguay incluso ha llamado la atención.
Lo
cierto es que el “evangelismo”, esa denominación no muy precis...
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