Siempre se consideró que la condena a muerte que recibió Rushdie hace 33 años fue la excusa elegida por un régimen que necesitaba desesperadamente una causa célebre que uniera a sus fieles tras la finalización de la desastrosa guerra contra Irak y que aplacara la lucha entre facciones sobre el liderazgo de la revolución una vez que Jomeini muriese, además de una ocasión que venía como anillo al dedo para disputarle a Arabia Saudita el liderazgo del mundo islámico, aprovechándose del enojo que el libro de Rushdie estaba causando entre los musulmanes de Occidente. Más arduo es comprender la oportunidad del atentado del pasado viernes, aunque es difícil creer que Hadi Matar haya llegado por sí solo a la decisión de apuñalar a un escritor que nunca leyó y cuya condena a muerte fue decretada má...
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