“Nebraska”
Lo dicho: las películas sobre encuentros, reencuentros –sin descartar desencuentros– entre gente de generaciones, o culturas, o preferencias sexuales distintas, etcétera, son un filón cada vez más frecuentado por el cine “de tema humano”. También lo hace aquí Alexander Payne, uno de los directores más inteligentes y sensibles de los últimos años: Las confesiones del señor Schmidt, Entre copas, Los descendientes, lo prueban con creces. Pero con esa aguda percepción de los perfiles humanos, que convierte a sus personajes en personas, Payne mete en Nebraska encuentro, desencuentro y reencuentro, y no sólo entre personajes-personas sino entre éstas y el paisaje, entre éstas y el tiempo, y el paisaje y el tiempo entre sí. Si suena complicado, error es de quien escribe. Nebraska es se...
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