Según el Comité de los Derechos del Niño de la ONU, el Ejército israelí comete violaciones «masivas» a los derechos humanos en una escala «nunca antes vista»: en la Franja de Gaza murieron en un año 16.756 niños, víctimas de los bombardeos sistemáticos. Las cifras son aún más espeluznantes: al menos 1 millón de niños han sido desplazados, 21 mil están dados por desaparecidos, 20 mil han perdido a uno o ambos progenitores y 17 mil se encuentran solos o separados de sus familias. En Cisjordania, en el mismo período murieron 165 niños y, en Líbano, los ataques israelíes han matado a 127 niños, de acuerdo a la ONU. Benjamin Netanyahu y su alto mando militar invariablemente identifican como «terroristas» a las «bajas» palestinas de los múltiples frentes donde despliegan el genocidio y el apartheid. Pero Ann Skelton, presidenta del Comité de los Derechos del Niño, recordó que «los niños son siempre civiles» y que «matar a civiles en esta escala es inaceptable bajo el derecho humanitario internacional».
No debería sorprender, por tanto, que el periodista uruguayo Carlos Fazio (corresponsal en México desde el primer número de Brecha, donde, exiliado, desplegó una constante denuncia sobre la situación de los presos políticos de la dictadura) reprodujera, en su columna semanal del diario La Jornada, el estilo ácido y punzante de sus maestros Mario Benedetti y Carlos María Gutiérrez para calificar al primer ministro israelí de «criminal serial» y a su gabinete de «sicópatas talmúdicos».
La réplica de la embajada de Israel en México no se hizo esperar, pero, a la sarta de lugares comunes de la propaganda oficial para encubrir los extremos incalificables del exterminio (incluidas las aterradoras cifras sobre las víctimas infantiles), la vocera de la embajada, Dahlia Neumann, introdujo una novedad inquietante: casi en simultáneo con el asesinato en el sur de Líbano por parte de Israel de tres periodistas que viajaban en un auto con un inmenso cartel de «Press» en su capó, a pesar de lo cual fue bombardeado, la funcionaria israelí propuso que Carlos Fazio fuera «cancelado». ¿Cómo se cancela a una persona? Aplicando sinónimos: ¿se lo anula, suprime, liquida, invalida, inutiliza? El término es sospechosamente mafioso e inequívocamente amenazador. Así lo interpretaron más de 250 periodistas, intelectuales, catedráticos y militantes sociales que firmaron una carta de rechazo y de denuncia. El tono de la réplica de la embajada no solo proponía la cancelación, la ordenaba, en el mismo estilo que el Ejército israelí ordena a la población civil de otra nación que evacúe las zonas que se propone bombardear.
Carlos Fazio, que ya sobrevivió a un atentado a balazos, que no alteró su postura periodística, no está dispuesto a «evacuar» para evitar una «cancelación» atajada por la denuncia y la solidaridad.