La historia sueca del racismo institucionalizado es poco halagadora. Si bien los emprendimientos imperialistas suecos palidecen en comparación con los de las viejas potencias imperiales europeas, el pequeño país nórdico participó en el comercio mundial de esclavos entre los siglos XVII y XIX, y contó en su momento con una pequeña colonia en Norteamérica, Nueva Suecia (en lo que hoy es Delaware), y con otra en la isla caribeña San Bartolomé. Durante la Segunda Guerra Mundial, el país que suele jactarse de no haber estado en guerra en más de siglo y medio habilitó el uso de su sistema ferroviario para que las tropas de Hitler pudiesen invadir la vecina Noruega. En esa época la ideología nazi despertaba mucho interés y aprecio entre la burguesía y la aristocracia suecas, incluso en el propio ...
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