Con 72 años, Bertha Sanseverino había pasado por distintos ámbitos de militancia y ocupado diversos cargos. En su juventud militó en el gremio de la Facultad de Derecho y en la Feuu. Integró el Partido Socialista, y en la década del 70, como muchos de sus militantes, pasó al Partido Comunista (Pcu). Tuvo un local de ropa en la Galería Costas, en 18 y Tacuarembó, que en época de clandestinidad sirvió como lugar de contacto entre miembros del partido. Charna Furman, en aquel entonces militante del Pcu, que tenía un comercio en la misma galería, dice que “siempre tenía una cara seria y caminaba derechito, pero era un amor”.
Estuvo casada con Nelson Latorre, también del Pcu, con quien tuvo una hija. En 1977 ella y la niña se exiliaron en Francia, donde inicialmente llegaron al refugio Pierre Vado, en Lyon. Allí Sanseverino siguió su lucha por la liberación de los presos políticos de Uruguay desde Amnistía Internacional, la Ligue des Droits de l’Homme y Frères des Hommes.
Con el retorno de la democracia volvió a Uruguay y en 1994 fue una de las fundadoras del sector frenteamplista Asamblea Uruguay. Luis José Gallo, también pionero de este grupo, la recuerda como una “mujer política descollante, trabajadora infatigable, que siempre estuvo en la lucha y conquistó su lugar por mérito propio”. En ese año, así como en 1999, fue electa edila por Montevideo. En el primer gobierno del FA fue nombrada coordinadora del popularmente conocido como Plan de Emergencia, del novel Ministerio de Desarrollo Social. En el mismo sitio fue también directora nacional de Asistencia Crítica e Inclusión Social. Pese a estas actividades, compañeros del comité de base Andresito, ubicado en el barrio Reducto, donde Sanseverino vivía desde hacía unos 30 años, resaltan su disposición para colaborar en diversas actividades. Francisco Pépoli, militante de este comité, remarca que “siempre estaba en los puerta a puerta y en las juntadas de firmas”.
Tanto en 2009 como en 2014 fue electa diputada por Asamblea Uruguay, cargo que ejercía en la actualidad. La imagen de trabajadora incansable se repite en los relatos de todos los que la conocieron, que la describen como “un ratoncito que corría para todos lados”, “muy chispita, ansiosa”, alguien que hacía un “trabajo de hormiga”. Y cuando entró al Parlamento no se acostumbraba a que las cosas fueran lentas. Carmen Pereira, ex militante del Pcu, aseguró que “cuando se metía en una cosa no la largaba, tenía una tremenda tenacidad”.
Parte central de sus planteos en el Parlamento fueron la denuncia de la desigualdad de género así como la reivindicación de los derechos de la comunidad Lgbti. Apoyó fervientemente la despenalización del aborto, la ley de matrimonio igualitario, a las mujeres afrodescendientes y a Mujeres de Negro. Quizás la frase que resuma su actitud a lo largo de su existencia sea la del general Liber Seregni que figura en su blog: “Siempre he perseguido el paradigma de decir lo que se piensa y hacer lo que se dice”. Sus amigos no dudan de su genuina labor, de su coherencia entre el discurso y la práctica, de su bajo perfil y su enorme generosidad. En su pasaje por el Mides, la Junta de Montevideo y el Parlamento estuvo rodeada de mujeres jóvenes que resaltan el lugar que Sanseverino les reconoció. La diputada falleció el lunes pasado debido a un paro cardíaco. El Poder Ejecutivo dispuso honras fúnebres y actores de todos los partidos, así como integrantes de diversas organizaciones sociales, la recordaron con respeto y aprecio.