La movilización de los familiares de desaparecidos en Ciudad de México - Semanario Brecha
La movilización de los familiares de desaparecidos en Ciudad de México

Los 100 mil al centro

En los últimos días y como emblema de lucha, las familias de algunos de los 100 mil desaparecidos mexicanos intervinieron un espacio público central de la ciudad.

Verónica Rosas sosteniendo la foto de su hijo Diego Maximiliano Rosas Valenzuela (desaparecido en 2015), en la glorieta de las y los Desaparecidos, en la avenida Reforma, Ciudad de México, el 15 de mayo. ELIANA GILET

El anuncio estuvo precedido por decenas de movilizaciones. Una semana antes de que la Secretaría de Gobernación mexicana actualizara la cifra del Registro Nacional de Personas Extraviadas y Desaparecidas, un grupo de familias ocupó una glorieta central sobre la avenida Reforma, en Ciudad de México. El sitio venía siendo motivo de atención política, ya que días atrás se había quitado una histórica palmera alta y herida y, desde la Jefatura de Gobierno, a cargo de Claudia Sheinbaum, se abrió una «consulta ciudadana» para ver con qué sustituirla.

Las familias se expresaron directamente, colocando unas sencillas estructuras de cemento que sostenían lonas con cientos de rostros, uno pegadito al otro, individualizados dentro de la cifra impune: 100 mil personas desaparecidas. Claro que la intervención duró un suspiro, y sus promotores acusaron al gobierno capitalino de «desaparecer» las fotos de sus familiares. A la tarde siguiente, volvieron a manifestarse en la glorieta pelada, y para la gran movilización del 10 de mayo (cuando se celebra el Día de las Madres y, desde 2011, la Marcha de la Dignidad, que encabezan en todo el país las madres de desaparecidos) había maquinaria y trabajadores ocupando el sitio desde temprano.

Al otro día, la glorieta amaneció vallada. Por eso, un día antes de que el gobierno actualizara con la facilidad de un clic el tamaño de esta crisis, los colectivos de familiares tapizaron las vallas de la glorieta con fotos y nombres. La negativa de la jefa de gobierno solo hizo crecer el descontento y que el tema permaneciera en los medios, dadas las constantes manifestaciones de las familias acerca de que esa es, y seguirá siendo, la glorieta de las y los desaparecidos. Los familiares han hallado en la pelea por este espacio una respuesta mancomunada ante la frialdad de las cifras oficiales.

Públicamente, sostienen que los rostros de las personas desaparecidas bien pueden acompañar el árbol de Ahuehuete, que resultó ganador en la consulta oficial para sustituir a la vieja palmera. El árbol está cargado de simbología y se lo conoce como el Árbol de la Noche Triste, vinculado a un episodio de la conquista en el que los españoles lloraron su avaricia tras ser derrotados en una de sus primeras incursiones de saqueo en Tenochtitlán.

La analogía bien puede servir para la glorieta: aunque el espacio pretendido se suma a otros nueve antimonumentos ya colocados a lo largo de la avenida Reforma y en el Centro Histórico (véase «A la intemperie», Brecha, 23-IX-16), este recordatorio triste, clavado en el centro económico de la capital y rodeado de grandes torres fantasmales, en medio de un cruce constante de turismo y vidriera de la ciudad, representa una denuncia mayúscula que choca con la constante negativa de las autoridades a exponer la gravedad de los casos ocurridos en la capital. Juana Garrido, fundadora, en 2018, del colectivo Hasta Encontrarles CDMX, lo explicó así a Brecha durante la participación que tuvieron en la segunda toma de la glorieta: «Se ha evitado mostrar este fenómeno en la capital porque es aquí donde existe el peso político y la importancia necesarios para evidenciar lo que se vive a lo largo de todo el país».

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