“No contraten rubios para hacer de negros, nosotros queremos hacer de negros (...). Queremos hacer de negros dignos, pobres dignos. Fuimos pobres toda la vida, así que es un papel que podemos hacer”, pedía a los directores de cine Julio Arrieta, actor, gestor cultural y habitante de una villa porteña, en la sublime “docu-ficción” Estrellas.1 “Somos portadores de cara”, decía, reivindicando un hábito del cine independiente argentino: los pobres verdaderos representando a los pobres de la pantalla.
Fragmentos de la película protagonizada por Arrieta alimentaron el debate en una de las mesas del seminario “Miradas históricas y contemporáneas sobre la pobreza en Uruguay y América Latina”, organizado por la Facultad de Humanidades. “En Argentina hay una identidad del villero asumida como un ele...
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