El devenir de la izquierda uruguaya: Modo paliativo - Semanario Brecha
El devenir de la izquierda uruguaya

Modo paliativo

Hay episodios conflictivos de la vida social y política que dejan en evidencia movimientos más profundos que los que aparecen a simple vista. Las diferencias en los caminos para derogar la aprobada reforma de la seguridad social entre lo que se ha dado en llamar la izquierda social y la política (sobre todo en alusión a las posturas en el PIT-CNT y el Frente Amplio [FA]) trascienden aspectos tácticos para ingresar en definiciones estratégicas e incluso en cosmovisiones distintas. Cosmovisiones que en su momento tuvieron mucho en común y que permitieron coincidencias programáticas. Para explicar el nacimiento del FA, se recurre a la incidencia del Congreso del Pueblo de 1965, a la creación de una única central sindical en 1966 y al encuentro de las sensibilidades democráticas y progresistas en la lucha contra el pachecato.

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El tiempo pasa, el mundo cambia y con ello el pensamiento. Se incorporan nuevas realidades y problemas, sin que ello signifique de por sí la mejoría en las condiciones de vida de la mayoría de la población. Eso trae nuevas lecturas, que no pueden analizarse sin tener en cuenta algunos fenómenos globales. En 1992, el escritor estadounidense Francis Fukuyama anunció el fin de la historia, producto de la caída del llamado socialismo real y el advenimiento in saecula saeculorum del capitalismo. Ya desde antes, las visiones socialistas, alternativas al capitalismo, habían comenzado a mostrar sus debilidades y claudicaciones: ocurrió con la socialdemocracia, que con la vía reformista al socialismo no hizo otra cosa que administrar el capitalismo, y también con las tendencias de los partidos comunistas (o similares), que llegaron al poder y no pudieron construir alternativas válidas. Ese escenario dio lugar a lo que se conoce como izquierdas paliativas, incapaces, por concepción o debilidad, de trascender el modelo y la cultura dominantes. Y en la negociación con los poderes reales fueron bajando sus aspiraciones de cambio e incluso incorporaron los valores de sus otrora enemigos –por ejemplo, el papel del mercado como el mejor asignador de recursos en la sociedad–.

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La paradoja es que los planteos antisistémicos y rupturistas surgen de las ultraderechas, que cuestionan la democracia representativa y las instituciones elevadas al rango de inamovibles. En esta línea se inscribe el planteo de Javier Milei en Argentina de eliminar el Banco Central, la justicia social, habilitar la venta de órganos, entre otras cosas. O atacar, como ocurre en Europa, a uno de los principios básicos de la revolución burguesa, como la libre circulación de las personas, para exigir la expulsión de los inmigrantes, además de exigir la vuelta al Estado juez y gendarme o el laissez faire, laissez passer, destruyendo los Estados de bienestar. A esto se suma la defensa del patriarcado y la negación del cambio climático.

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No es posible analizar el actual momento de las izquierdas uruguayas y sus desencuentros con el movimiento social sin contar con ese escenario internacional, en el que los movimientos originalmente anticapitalistas se han asimilado al sistema, forman parte de él y han abandonado cualquier planteo disruptivo o transgresor.

El FA nunca tuvo una definición socialista, aunque sí antioligárquica, antimperialista y de una fuerte concepción solidaria e integradora. La lógica del self-made man nunca fue parte de su arsenal cultural. Sin recurrir a los pensadores marxistas originales, Émile Durkheim sostenía que la solidaridad se encuentra en la conciencia de las sociedades y que necesitan de ella para el desarrollo de muchas actividades para las cuales requieren colaboración y apoyo mutuo.

La papeleta que el PIT-CNT propondrá a la sociedad para anular la reforma jubilatoria del gobierno por una vía constitucional puede adolecer de algunas dificultades, pero tiene un fin claro: recuperar, a través de la eliminación de las administradoras de fondos de ahorro previsional (AFAP), el carácter solidario de la seguridad social. Puede discutirse la modalidad de anulación de las administradoras, e incluso las rigideces en la fijación de la edad de jubilación o la asimilación de la jubilación mínima al salario mínimo, aunque la discrecionalidad que gana el Ejecutivo se amortigua en parte con la obligación de que los aumentos se hagan mediante el índice medio de salarios.

Pero lo que hay que preguntarse es cuál es la razón para que hoy se acepte el ahorro individual como una necesidad, cuando en el pasado la mayoría del FA se opuso a su creación (incluso en el programa de 2005-2010 se planteaba su derogación) y cuando los números demuestran que el pago de las AFAP es mínimo en relación con el obtenido a través del Banco de Previsión Social, aunque los aportes hasta el presente (7,5 por ciento para ambos sistemas) son los mismos. Los hechos demuestran que, en lo básico, este régimen ha servido para aumentar las ganancias del sistema financiero, incluyendo el estatal. Todo es parte de un aggiornamiento frenteamplista: no parece ser otra cosa que una mutación ideológica que le permite ser parte del sistema, sin mayores rubores.

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Más allá de las diferencias de contenido, desde el FA se argumenta que la campaña plebiscitaria enturbia la campaña electoral y puede impedir el triunfo. Sin embargo, en 2009 dos consultas populares formaron parte del escenario electoral (anulación de la ley de impunidad y el voto de los uruguayos en el exterior), ambas resultaron negativas y el FA ganó las elecciones con mayoría parlamentaria. Otra discusión es si una reforma constitucional, de ser aprobada, maniata al futuro gobierno, pero la verdad es que el Parlamento (mediante leyes constitucionales) puede impedir esos extremos. También se habla de que eso perjudica la democracia representativa en tanto se abusa de la participación directa de los ciudadanos. Ese argumento está bastante lejos de aquella reivindicación de la izquierda de avanzar hacia una democracia participativa.

Este disciplinamiento hacia una conducta dentro del sistema puede leerse también en el rechazo frenteamplista a acotar las tasas de intereses que fija el sistema financiero en detrimento de las personas. Con 1 millón de personas en el Clearing (una entidad privada), no se entiende la negativa del FA a regular los intereses que las entidades financieras cobran por los préstamos y los intereses originados con los atrasos en los pagos. Lo sorprendente es que esa negativa ocurra al mismo tiempo que se denuncia la pérdida de salario real y la existencia de más de 500 mil trabajadores que ganan menos de 25 mil pesos líquidos. Más allá de lo posiblemente demagógico de la propuesta de Cabildo Abierto, lo cierto es que el planteo disruptivo surge de la ultraderecha y no de una izquierda que pierde cafeína día a día.

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