El complejo proceso que se inicia al plantearse un trasplante de corazón, y los comentarios y conclusiones de una mujer en una etapa más que difícil de su existencia dan origen a dos obras que se presentaron en el Festival Temporada Alta de Girona que tiene lugar en Sala Verdi e incorpora títulos de Francia, España y México.
Réparer les vivants (Mejorar a los vivos), adaptación de una novela de Maylis de Kerangal, escrita y dirigida por Emmanuel Noblet para el Centro Dramático Nacional de Normandie-Rouen, hablada en francés y con subtítulos en español, explica cómo la medicina aprovecha el corazón de un jovencito que muere a raíz de un accidente para remplazar el de una enferma grave de miocarditis. La milagrosa cura con la cual nadie se hubiera atrevido a soñar décadas atrás se describe hasta en sus mínimos detalles a través de la interpretación de Thomas Germaine, quien se desdobla en varias caracterizaciones que retratan a los involucrados. El asunto, por cierto, se ocupa no sólo de Simon, el accidentado, y de Claire, quien hereda el corazón de éste, sino también del complicado operativo médico que involucra la extracción de un órgano vital y su inserción en un nuevo organismo. Tan prolongada sucesión de detalles que envuelven temas tan contundentes como la vida, la muerte, cirugías milagrosas y la constante atención de un núcleo humano podrían dar pie a un texto tan fuerte como conmovedor que evocara la simbología de un signo tan vital como el corazón y la supervivencia –o casi la resurrección– de una paciente. El trabajo de Noblet, sin embargo, se inclina por una descripción impersonal de los hechos enumerados desprovista de todo énfasis y, por ende, de dramatismo, una decisión que le contagia a la puesta una monotonía que termina por alejar al espectador de una trama que bien podría haberle llegado a su propio corazón. La importancia de un fantástico recurso medicinal como el citado y la desenvoltura escénica de Germaine bien merecían, sin duda, un desarrollo más envolvente.
Psicosis de las 4.48, de la inglesa Sarah Kane, dirigida por Moisés Maicas del equipo catalán The Three Keatons, propone a Anna Alarcón como única intérprete de cara a una platea que escucha los vaivenes de los atropellados pensamientos de una mujer –un espejo de la autora– en una angustiosa instancia de su vida. El nombre del texto alude a la hora de la madrugada en que los medicamentos antidepresivos disminuyen su efecto y empujan a la protagonista a descargar confesiones y musitar quejas que, a pesar de todo, no impiden el registro de posibles conversaciones con el facultativo que la atiende y se empeña, como ella misma lo señala, en ayudarla. El desesperanzado momento que expresa la espléndida Anna Alarcón, con un magistral aprovechamiento tanto de la voz y los gestos como de todo su cuerpo, no obstante la imparable dureza del tema, no deja de reflejar sentimientos y reveses vividos por cualquier espectador que, aun en el trance que trasmite el personaje que tiene delante, pueden servirle para encontrar respuestas o confirmaciones que le ayuden a conocerse mejor. Escuchar al otro siempre resulta provechoso, parece señalar con la agudeza del caso la muy bien armada puesta de Maicas en la que cabe, asimismo, señalar el afinado trabajo de las luces diseñadas por Daniel Gener. Tales son quizás algunos de los puntos más llamativos a considerar en cuanto a la labor de estos catalanes dispuestos, ellos también, a trasmitir las confesiones de la sensible Kane.