Dicen que Deolinda Viedma le puso Soledad a su octava hija porque, cuando la niña nació, su marido Alex Barrett había caído en manos de la dictadura del general Higinio Morínigo, y todos aquellos vecinos que solían apoyarlos en las faenas de la chacra de Tacurutý, se alejaron prudentemente [*].
Se oyó bien. “Marielle” fue el nombre que gritó la muchacha que la noche del martes, en el escenario de la Sala Verdi, encarnaba a Soledad Barrett. “Ya grité Mirela, ya grité Denis. En Brasil cada dos horas es asesinada una mujer”, diría la mañana siguiente a Brecha Hilda Torres, que así se llama la actriz. “Parece una obra hecha en el momento propicio para hablar de este asesinato” –admitió Malú Bazán, directora de la obra– “pero creo que hubiese ocurrido lo mismo con cualquier historia que hubiéra...
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