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Ni clemente ni estable

El jueves pasado un grupo de jóvenes investigadores del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable remitió a los medios una carta en la que cuentan cuánto ganan y describen la naturaleza de sus contratos. Constituyen el caso más dramático de un sector a cuyo desarrollo todos los actores públicos dicen apostar.

Nicolás Marichal ya no pasa el fin de semana en la cancha. Si alguna vez lo hace es de vicio, como espectador nomás. Pero empezó de abajo, de canchero en la soledad de los campos de la B, trasmitiendo informes de partidos que quizá ni siquiera salían al aire para la AM 1010, que entonces se llamaba Nuevo Tiempo. Después pasó a Carve y a la primera división. Trasmitía desde los vestuarios. Pero aunque el muchacho ha sido futbolero desde chico, lo suyo, en realidad, empezaba el lunes.

Se trata de ciertas células que injustamente han tenido poca prensa. Las descubrió Santiago Ramón y Cajal, el maestro español de Clemente Estable, y se llaman gliales, lo que en el griego de los antiguos bizantinos quiere decir liga, unión o pegamento. Sostienen a las neuronas en su sitio, las alimentan con ...

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