El 20 de abril
de 2018 –a menos de 24 horas de haberse convertido en presidente de Cuba–,
Miguel Díaz-Canel firmó su primer decreto. En otras circunstancias, el hecho no
hubiera alcanzado mayor trascendencia, mas el contenido de la nueva disposición
rápidamente se convirtió en materia para la polémica, a tal punto que diez
meses después sigue sin entrar en vigor.
Dependiendo
de a quién se le pregunte, el decreto 349 podría ser
considerado una decisión necesaria en el empeño de preservar la cultura
nacional o una apuesta por restablecer los mecanismos de censura del llamado
“quinquenio gris”. Sin embargo, a semejanza de otros aspectos de la
contemporaneidad cubana, la aproximación más cercana a la verdad parece
encontrarse en un punto casi equidistante de ambas posiciones.
EN TIEMPOS DE REF...
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