En julio de este año, Omar Franca, párroco de la iglesia Santa Bernardita, de Malvín, denunció ante la Policía una serie de ataques a personas en situación de calle con un modus operandi similar, como posible obra de un grupo organizado. Como suele ocurrir en estos casos, las víctimas directas de los ataques no presentaron la denuncia formal, por temor a represalias de los responsables y por miedo, también, a la propia institución policial. Esa es, precisamente, una de las constantes centrales que terminan dejando inconcluso un fenómeno que se repite, sistemáticamente, desde hace décadas en Uruguay; no en vano este fue el principal argumento del Ministerio del Interior (MI) al explicar la dificultad que implica investigar este tipo de casos.
Sin embargo, los responsables ministeriales most...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate