Está acelerada. Se ríe, se enoja, sus ojos se llenan de lágrimas, hace chistes y se vuelve a angustiar. Cecilia1 fue abusada por su tío político cuando tenía tan solo 6 años. «Yo nunca lo demostré, no había manera de que mi madre o mi familia lo supieran», dice apurada mientras toma un vaso con agua. Asegura que muchas víctimas hacen lo que sea –callar, por ejemplo– para proteger a sus familias.
Su tormento comenzó en 1997 y se mantuvo hasta, por lo menos, 1998. No lo tiene claro, no se acuerda exactamente de todo; tal vez tenga que ver con un mecanismo de autoprotección, porque alguien tiene que preservarla de lo que le hicieron y la Justicia ignoró tantas veces. Pregunta y responde: «¿Vos sabés lo que se siente que te digan que el abuso prescribió? Es terrible, es como que te peguen una ...
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