Detrás de los algoritmos y el aprendizaje automático hay, y debe haber, humanos. Pero con ellos y la historia que les enseñan a las máquinas también se cuelan sesgos y la discriminación de siempre. La aparente objetividad debe ser puesta en cuestión, dicen doctores en informática que, además, recomiendan pelear el espacio de discusión que hoy monopolizan los expertos y los vendedores de experticia. La inteligencia artificial es omnipresente en el mundo virtual, pero aquí, como en otros lados, empieza a salirse de los dispositivos y a ocupar las calles.
La luz se cuela por las cortinas y también el ruido de los autos, las sirenas. La agente especial del Fbi Dominique di Pierro hace un interrogatorio desde su cama, en un apartamento de Nueva York.
—Siento que ni siquiera te conozco. Alexa, ¿...
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