Cooperativismo y tecnología suelen percibirse en Uruguay como términos excluyentes. Sin embargo, desde hace unos seis años distintas instituciones promueven las cooperativas que se dedican a la innovación en áreas como el diseño, el software y el audiovisual. Entre los organismos estatales que hacen esta apuesta se encuentran el Ministerio de Industria y la Intendencia de Montevideo. Algunos cooperativistas han creado además plataformas que les facilitan su labor y fomentan el trabajo conjunto.
La tecnología parece ser un elemento positivo para el desarrollo del movimiento cooperativo, aunque su utilización es bastante incipiente. Por un lado están las cooperativas dedicadas a rubros innovadores; por otro, el uso que cada cooperativa puede hacer de las nuevas herramientas independientemente del sector al que pertenezca. Tener un buen manejo de sus redes, plataformas que les posibiliten simplificar su labor, mecanismos de comunicación originales con sus clientes, son algunas de las formas con que cooperativas de áreas tradicionales y no tradicionales pueden favorecerse.
Cierto es que generar cooperativas que se dediquen específicamente a estas áreas no es tan sencillo. De hecho, la mayoría de las cooperativas son de vivienda, pese a que aparecieron tardíamente respecto de las de consumo, las agrarias y las de trabajo. A las de ese tipo les siguen las sociales. Ante esta situación, en 2012 el Ministerio de Industria (Miem), junto con el Instituto Nacional del Cooperativismo (Inacoop) y la Confederación Uruguay de Entidades Cooperativas (Cudecoop), resolvieron hacer un mapeo a nivel nacional para visualizar dónde había posibilidades de crecimiento económico y en qué sectores se ubicaban las cooperativas. “Estaban en sectores donde el mapeo no indicaba que hubiera dinamismo. En los sectores más innovadores, el de diseño, el audiovisual, no estaban las cooperativas”, cuenta Ximena Cidras, responsable del Área de Sistema Cooperativo del Miem. Este estudio mostró también que, además de estos dos sectores, los que tenían potencial para crecer y formar cooperativas eran la biotecnología, las energías renovables y el software. Asimismo permitió visualizar en qué áreas tradicionales había mayores oportunidades de incluir la tecnología. Entonces surgieron, entre otros, la construcción, el sector lácteo y el de granos.
Tras estos resultados, las tres instituciones mencionadas crearon Incubacoop, un proyecto que, tal como indica su nombre, incuba cooperativas, pero con la característica de que sean innovadoras. “En Uruguay, de las 3.500 cooperativas que hay, las de trabajo son más de 700, y entre estas, las que tienen un componente tecnológico o una aplicación intensiva en conocimiento representan un porcentaje muy bajo”, explicó a Brecha Alfredo Belo, gerente de esta iniciativa.
Este organismo ya ha realizado tres llamados y actualmente hay 21 emprendimientos –en distintas etapas del proceso de incubación; 57 por ciento son de Montevideo y el 43 por ciento restante se divide en seis departamentos del Interior– dedicados al diseño, las Tic, la industria textil, la sustentabilidad ambiental, el turismo y la ingeniería para la agroindustria. “Todavía no captamos algunos sectores que imaginábamos que íbamos a convocar. No tenemos emprendimientos de biotecnología, de nanotecnología, de química fina ni de la industria metal-mecánica, que es más tradicional, pero pensábamos que se podía crear una cooperativa para el desarrollo de equipamiento para el agro. A pesar de que hemos hecho un esfuerzo muy grande en la comunicación, no logramos articular con actores como la Anii o el Instituto Pasteur. No se ha logrado una colaboración interinstitucional que permitiera apoyarnos en las capacidades que ya están desarrolladas”, dijo Belo. A partir de este año el Miem ofrecerá un nuevo fondo para las “desincubadas”, aquellas cooperativas que egresen de este proyecto y aún precisen determinado apoyo para establecerse.
UN COWORK EN LA ECONOMÍA SOCIAL. Existe también Enlace, un espacio colaborativo gestionado por la Intendencia capitalina, Inacoop y la cooperativa de consumo Ute-Antel (Cutantel), que reúne fundamentalmente a cooperativas del arco de la economía social, en su mayoría también vinculadas a la tecnología. Actualmente el local ubicado en la calle Agraciada reúne a 30 emprendimientos de forma permanente y se vincula con otras 20 cooperativas u organizaciones sociales. “La gran debilidad para estimular la innovación tiene que ver con que el empresariado uruguayo no se caracteriza por innovar mucho, hay un problema cultural”, sostiene Daniel Arbulo, encargado de la Unidad de Economía Social y Solidaria de la Intendencia de Montevideo (IM), quien está convencido de que otro problema para los sectores que apuestan a la innovación tecnológica es el hecho de que por ley se necesiten al menos cinco personas para conformar una cooperativa. Sobreponiéndose a estas dificultades, en este sitio se han producido intercambios entre cooperativas, en principio, muy disímiles. Arbulo cita los siguientes ejemplos: “Se logró que un colectivo de mujeres artesanas afro (Nzinga) pudiera vincularse con gente que está en el software; que un colectivo de mujeres del sector cuidados y servicios (cooperativa Iraí) se pudiera vincular con una cooperativa audiovisual y con otra que gestiona sus redes sociales. Eso repercute positivamente en emprendimientos que inicialmente no tenían tanta cercanía con la tecnología”.
Enlace también cuenta con una plataforma desarrollada en el sistema de gestión empresarial de código abierto Odoo, que fue instalado y adaptado para este proyecto por la cooperativa de software libre Librecoop. Adrián Hitateguy, integrante de esta cooperativa, contó a Brecha que todas las semanas se dicta un taller sobre las funcionalidades habilitadas en la plataforma. Cualquiera que ingrese en ella puede ponerse en contacto con los distintos emprendimientos, ver los eventos organizados por cada uno o participar de foros. Asimismo, la cooperativa que ingresa con su usuario accede a canales de comunicación internos, un calendario en el que agendar actividades, un espacio donde seguir los pasos dados con cada cliente, un área de gestión de tareas, el parte de ventas, el de compras, un inventario y un sitio dedicado a la gestión de empleados y encuestas.
COMERCIALIZACIÓN INTERCOOPERATIVA. Las cooperativas también han tenido la iniciativa de crear herramientas que las beneficien. Una de ellas es la reciente plataforma Facilcoop, creada también por Librecoop y la Federación de Cooperativas de Producción (Fcpu). Del proyecto han participado también el Miem (del que obtuvo un fondo), la Facultad de Ciencias Sociales y otras varias organizaciones. Es un espacio exclusivo para las cooperativas, donde pueden darse a conocer, consultar por servicios y comprarse entre sí. Para Paulo Núñez, del Grupo Ombú –otra cooperativa que participa en Enlace y en esta plataforma, además de haber creado su propia red–, “la dificultad de Facilcoop es que la transacción no se hace 100 por ciento por Internet. En el momento de concretar la venta te mandan al proveedor. No podés ingresar una tarjeta”.
La Federación Uruguaya de Cooperativas de Consumo (Fucc), con el apoyo de Inacoop y Cudecoop, también está trabajando en una plataforma llamada Sí Coop, que vinculrá las cooperativas agrarias y de trabajo con las de consumo –para comercializar sus productos–, y también con cooperativas de ahorro y crédito. Según el secretario ejecutivo de la Fucc, Jorge Cartagena, el fuerte está en la colaboración “entre varios sectores cooperativos para producir un sistema innovador en la gestión y en los vínculos intercooperativos de comercialización, que son casi inexistentes”.
Pese a lo costosos que han sido estos procesos, quienes los impulsan están convencidos de que es en estas áreas que “hay que pelear el nuevo mundo del trabajo”; y piensan que, lejos de lo que suele repetirse, las cooperativas “se funden menos que otros emprendimientos, producen servicios y tienen un mayor compromiso con la comunidad”.