En la cúspide de su arbitrariedad prepotente, hija de una actitud que después lo llevaría a la cárcel, Rafael Vera, niño mimado del Partido Socialista Obrero Español, desembarcó su arrogancia en Montevideo, un día de julio de 1989, en su calidad de secretario de Estado de seguridad del gobierno de España. Traía unos videos y muchas pesetas.
La “seguridad nacional” en España pasaba entonces por Argelia, donde sucesivas rondas de negociaciones entre el Estado español y representantes de Eta, la organización independentista vasca, fracasaban invariablemente porque el Psoe no tenía voluntad política para la paz. Tanto las negociaciones como la represión eran contrapuntos en una estrategia de Felipe González, llamado socialista.
A mediados de 1989 la política “antiterrorista” tenía dos vertient...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate