El viaje a París fue un tópico de las culturas latinoamericanas que se inicia en el romanticismo, se exacerba cuando el modernismo rubendariano proclama que si su esposa es de su tierra, su querida es de París, y muere recién en el siglo xx cuando París deja de ser el foco que fue y deviene museo, meca turística o política, ya no artística como antes. Tal vez el último que fue con ánimo de viajero estético fue el español Enrique Vila Matas, titulando con más deseo que convicción que “París no se acaba nunca”. Un poco antes Onetti había comprendido que el viaje era una ruina y por eso en su literatura ya no es aventura sino simulacro, el que en La vida breve juega Mami sobre un mapa de la ciudad. París, un sueño roto. Pero la tradición es caudalosa y puede reaparecer con imprevista fuerza,...
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