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Partes del ornitorrinco

Una bomba que ilumina el cielo “como una sábana de luz”. Un accidente nuclear con “un fulgor de color frambuesa brillante”. De Hiroshima a Chernóbil, las dos catástrofes que volvieron realidad la pesadilla atómica motivaron dos grandes textos de no ficción que cruzan, aunque en direcciones diferentes, la frontera entre periodismo y literatura.

Cuatro décadas de distancia entre el bombardeo de Hiroshima y el accidente de Chernóbil. Dos periodistas. Uno es John Hersey, estadounidense nacido en China, que llega desde el bando vencedor, permanece tres semanas en el terreno y narra, con sobriedad clásica, la deriva de seis personas que recibieron el impacto del 6 de agosto de 1945. La otra es Svetlana Alexiévich, bielorrusa nacida en la Unión Soviética. Ella no llega, sino que vive ahí, entre las víctimas, los héroes y los villanos. Por eso necesita 20 años para comenzar a escribir lo que decenas de testigos le cuentan al oído sobre lo ocurrido a partir del 26 de abril de 1986.
El resultado del trabajo de ambos no pasará inadvertido.
Un año y 25 días después de que Estados Unidos lanzara una bomba de uranio que mató a más de cien mil...

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