Patria roja - Semanario Brecha

Patria roja

Con el historiador checo Michal Zourek, acerca del caso Trías

Foto: Michal Zourek

No solo Trías. El propio Titito Heber también fue “trabajado” por los servicios de inteligencia checos e incluso Alejandro Rovira, ministro del Interior de Bordaberry, fue “aceitado” por estos. Tras la novela de espías, sin embargo, la imagen de los actores permanece siendo fundamentalmente la misma. Como también desde Praga escribiera el poeta salvadoreño Roque Dalton “Ironizar sobre el socialismo/ parece aquí un buen digestivo,/ pero te juro que en mi país/ primero hay que conseguirse la cena”.

 “Realmente considero que Vivian Trías no hizo nada contra su conciencia” sostiene el joven historiador checo Michal Zourek. Doctor en historia, Zourek es actualmente profesor investigador en el Instituto Tecnológico y Económico en České Budějovice (República Checa), miembro del Grupo de Estudios Históricos sobre la Guerra en el Instituto de Historia Argentina y Americana Emilio Ravignani (dependiente de la Uba) y becario posdoctoral del Conicet. Lleva escritos tres libros y numerosos artículos sobre las relaciones entre Checoslovaquia y América Latina en la época de la Guerra Fría.

El historiador uruguayo Aldo Marchesi lo conoció por intermedio de su colega Tanya Harmer, de la London School of Economics and Political Science y esto lo trajo hace tres semanas a Montevideo, donde participó, por invitación de Roberto García Ferreira, en las reuniones organizadas por la Fundación Vivian Trías a efectos de tomar contacto con lo que la investigación histórica contemporánea puede decir de la sorprendente vinculación descubierta entre Trías y el servicio de inteligencia checoslovaco.

Para entender la conmoción ocasionada por la divulgación de ese vínculo, realizada por el matutino El Observador en octubre del año pasado, es necesario recordar que, como escribiera Carlos Real de Azúa en la Antología del ensayo uruguayo contemporáneo,1 Trías fue en los sesenta el paladín de “una especie de giro copernicano”, que quiso reinterpretar el marxismo “‘desde’ lo nacional”, haciendo de su independencia respecto a las versiones socialdemócratas o soviéticas del socialismo una cuestión central de la identidad de su partido y de muchos que, como los tupamaros, sin adscribirse a esa organización, sintieron que aquel pensamiento les permitía definirse, como lo hacía el historiador Carlos Machado, “socialistas como güeso de bagual”.

A LA HABANA, POR PRAGA. Y para entender el vínculo entre Trías y los checoslovacos es necesario, según Zourek, entender lo que éstos perseguían. “La intención de los servicios de inteligencia checoslovacos en el Uruguay de los sesenta no fue propagar el comunismo soviético o el modelo checoslovaco, fue propagar la revolución cubana y organizar el apoyo a la revolución cubana y trabajar contra Estados Unidos, que era visto como el mayor enemigo, y eso no se ha tomado en cuenta en la forma en que he visto discutir el tema en Uruguay. Es decir que los checoslovacos y Trías tenían los mismos objetivos”, argumentó a Brecha.

A diferencia de otros países de la égida soviética, Checoslovaquia tenía una larga relación con América Latina. Ese país y Uruguay establecieron relaciones diplomáticas ya el 16 de agosto de 1921 cuando el uruguayo Luis Garabelli se convirtió en el primer diplomático latinoamericano con residencia permanente en Praga. Zourek encuentra en la economía la explicación fundamental del hecho. Mientras el país centroeuropeo tenía una calificada producción industrial que colocar, América Latina ofrecía materias primas que le eran precisas.

Pero sería la entrada de los barbudos en La Habana lo que elevaría la intensidad de esas relaciones: “La revolución despertó el interés de Europa Oriental y de los soviéticos por América Latina. Se descubrió el potencial político del continente. La mayor ola de instalación de bases del servicio secreto en él empezó poco después de la revolución cubana. La residenciatura de Montevideo fue creada en el año 61 y la relación con Trías comenzó a los pocos meses. Hay que mencionar que la política checoslovaca era muy procubana. Aunque el bloque soviético no se identificó con la lucha armada ni con otros aspectos de la política cubana, no quiso perder influencia en la isla”.

Entre abril y octubre de 1964 residió en Checoslovaquia Tamara Bunke y el Che lo hizo entre marzo y julio de 1966. Fue allí que Guevara se preparó para su última misión en Bolivia. Pero ellos no fueron los únicos. “Hay que recordar que después de la crisis de los misiles se cerraron las conexiones aéreas entre la isla y América Latina. Podía viajarse desde México, pero no era demasiado seguro. Así que casi todos los latinoamericanos que viajaban hacia La Habana iban primero a París, de allí a Praga y era desde Praga que viajaban a La Habana”, rememoró el historiador.

Desde 1948 en Checoslovaquia gobernaban los comunistas pero sus antiguas relaciones con el continente le asignaron un lugar propio dentro de las políticas del bloque soviético. “Los checoslovacos tendían a relacionarse con sectores de la izquierda no comunista. Su país tenía otra fama. No era visto como ‘rojo’ sino como ‘rosado’. Entonces sus funcionarios podían actuar de manera más libre. Es llamativo que en los archivos de la inteligencia checoslovaca no aparezcan contactos con comunistas. Se centraron en la búsqueda de políticos progresistas que pudieran apoyar a los movimientos de liberación nacional. Eso tuvo que ver con la relación con Cuba y esa relación puede explicar la llegada que tenían en sectores de la izquierda no comunista”, reflexionó el checo.

TÚ TAMBIÉN “TITITO”. Esta dirección de trabajo conduciría a vínculos incluso más sorprendentes que los establecidos con el socialista uruguayo. “La inteligencia prestó mucha atención a Alberto Heber Usher, miembro del Consejo Nacional de Gobierno en los años sesenta y amigo de Trías según los archivos. Había estado en contra de la ruptura de las relaciones con Cuba y los checos lo veían con mucha esperanza. A través de Heber quisieron influenciar en el programa de gobierno de su sector apuntando, por ejemplo, a mejorar las condiciones de vida de los campesinos. Trabajaron en esa línea casi dos años pero cuando Heber asumió la presidencia del Consejo, el 1 de marzo de 1966, se presentó como el partidario más decidido de la ruptura de relaciones con la Unión Soviética. El caso es hasta gracioso y muestra la gran idealización que se hace sobre las consecuencias de los contactos de los distintos actores con los servicios de inteligencia”, advirtió.

El propio Zourek había mencionado en Checoslovaquia y el Cono Sur un caso todavía menos esperable que el del tío del actual presidente del Honorable Directorio. “Desde el año 1966 colaboraba con el servicio de inteligencia checoslovaco de manera estrecha el viceministro del Interior, Alejandro Rovira (el nombre clave Veslař, Remero), gracias al que Checoslovaquia tenía muy buenos conocimientos de la situación en el país. Además al principio del año 1967 Rovira facilitó un suministro de armas ligeras checoslovacas para el uso de la policía uruguaya. La empresa checoslovaca Omnipol se interesaba particularmente por el suministro, ya que los órganos más altos le dieron un permiso para vender materiales especiales en América Latina. Uruguay aceptó la oferta checoslovaca sobre todo gracias al precio ventajoso. El envío tenía un valor de 750 mil dólares. La mayoría eran 15 mil piezas de revólveres Grand. El viceministro Rovira, el vicedirector de la policía Chávez y el consejero militar del ministro del Interior (…) habrían recibido una provisión privada del 5 por ciento del negocio realizado. Sin embargo, el pedido no fue aceptado debido a una intervención de Estados Unidos que se interesó por el suministro”, escribió el historiador. Rovira llegaría a ser ministro del Interior y luego canciller de Juan María Bordaberry, pero ya en 1971 los checos habían perdido contacto con él.2

UNA BECA CONTRA EL TÍO SAM

—¿Y qué clase de relación fue establecida con Trías?

—Hubo varias etapas. Téngase en cuenta que hablamos de dieciséis años. Los contactos se iniciaron en el 61 y continuaron hasta el 77, cuando la inteligencia se retiró de Uruguay. He contado alrededor de 350 encuentros en todo este período, lo que es muchísimo. Puede apreciarse un paulatino descenso de la actividad. En los años setenta disminuyen a causa de la situación política en el país. Además se producen ciertas reorientaciones en el trabajo. Al inicio Trías se enfocó en el trabajo de prensa…

—¿Es decir que les proporcionaba a los servicios síntesis de lo aparecido en la prensa?

—No. Se trataba de publicar, ante todo en Época, con su firma o a través de otra persona, artículos contra Estados Unidos. No hacía algo como una propaganda prochecoslovaca, hacía…

—Lo que él quería hacer.

—Sí. No hizo nada contra su conciencia. Con el tiempo su actividad pasaría a ser más bien la redacción de informes analizando la actividad de Estados Unidos. Existió una coincidencia enorme entre los objetivos políticos de Trías y los de la inteligencia checa. Según los documentos, los checoslovacos financiaron artículos de prensa y también sus libros denunciando la agresión del imperialismo estadou-nidense. Según los informes de los residentes checoslovacos prácticamente todos los libros que Trías escribió entre el 64 y el 77 son fruto de esta colaboración. Muchas veces mencionan que los medios económicos de Trías eran escasos. Entonces el apoyo financiero era lo que le permitía dedicarse a la producción literaria. Los archivos ofrecen los comprobantes que dan cuenta de que la inteligencia le compraba a Trías la bibliografía que necesitaba para sus escritos, aunque parte del material, donde quizá hubiera más detalles, ya no existe, pues se destruyó por falta de espacio. Los agentes enviaban a Praga las publicaciones completas pero ya entre los setenta y ochenta empezaron a tener problemas de lugar.

—El historiador Fernando López D’Alessandro decía haber visto planos entre los papeles de Trías de los servicios checoslovacos y que estos planos evidenciaban que el uruguayo planificaba operaciones junto a los centroeuropeos.

—El archivo de Trías tiene muchas páginas, no sé exactamente cuántas. Supongo que unas dos mil quinientas. Por eso también me sorprendió leer en su nota que se hablara de diez mil.3 En su mayoría se trata de informes elaborados por los residentes checoslovacos que describen la actividad de Trías así como el ambiente político en Uruguay. También hay informes en castellano que probablemente fueron elaborados por Trías, pero están escritos a máquina por lo que no es posible analizar la letra. Hay comprobantes y es cierto que también hay varios mapas. Pero verlos como “planes” creo que es fruto de no conocer el checo. Son mapas de los lugares que los agentes usaban para encontrarse con Trías en Montevideo o en Las Piedras. Supongo que los hacían los checoslovacos para conocer bien el lugar, para manejar los problemas de seguridad que pudieran surgir, asegurarse una salida, esas cosas. Los checoslovacos no tenían interés por la política interna de Uruguay. Incluso, a comienzos de los setenta, se quejaban de Trías pues las posibilidades de operar del político uruguayo habían empeorado y los informes que ofrecía eran sobre la política interior del país. Los checoslovacos respondían simplemente “No es nuestro asunto”. Por otra parte estaban en una situación delicada porque Checoslovaquia mantuvo las relaciones con Uruguay aún después del golpe. Se nota cierto pragmatismo en la política del bloque soviético. No rompieron con la dictadura uruguaya ni con la argentina pues tenían cierta importancia económica. Sí rompieron con la chilena, pues el cobre lo importábamos de África.

LOS MENSAJEROS Y EL MENSAJE. Zourek, cuyo interés en los papeles de la inteligencia checoslovaca comenzó al estudiar fenómenos como la ayuda que estos servicios prestaron para la salida de Chile de los comunistas perseguidos por Pinochet, también leyó el texto que la historiadora Selva López Chirico enviara a la Asociación de Profesores de Historia del Uruguay en el que, tras desplegar sus averiguaciones acerca de quiénes hicieron públicos los vínculos de Trías con esos servicios, hace pública su intuición de que en tal publicación “hay ‘gato encerrado’ y que todo esto tiene que ver con un fin que desconocemos”.4

También conoce el historiador checo a Vladimir Petrilák, uno de los divulgadores. “Cuando salió la primera nota me sorprendió que alguien se hubiera dedicado a este tema. Ambos autores eran desconocidos académicamente. López Chirico hace una buena descripción de ellos pero lo que estos afirman está efectivamente en los archivos checos, no es mentira. Lo problemático es la interpretación que ellos nos ofrecen. Hablé varias veces con Petrilák. Es un tipo simpático que sabe mucho del trabajo de la inteligencia e incluso me ayudó mucho. Pero tiene una visión muy anticomunista del mundo en la que expresa sus experiencias personales. En realidad gran parte de las personas que vivieron en el comunismo son así. Pero me parece que él no sabe nada de la realidad de Uruguay, lo que desvirtúa su interpretación.”

Preguntado sobre si era de temer una conexión complicada entre las remozadas ultraderechas latinoamericanas y anticomunistas como Petrilák, Zorek respondió: “Vivimos 40 años en un régimen comunista que en realidad no tuvo mucho que ver con el comunismo. Cuando cayó en el 89 apareció el discurso de que todo aquello había sido malo, de que había que orientarse hacia Estados Unidos. Aparecieron varios políticos importantes de derecha que elogiaban a Pinochet como gran luchador contra la amenaza comunista. Así era el ambiente a inicios de los noventa. Luego tuvimos otras experiencias y la sociedad checa se dio cuenta que no todo lo que ofrecen Estados Unidos y la Unión Europea es bueno. Esta última es incluso muy criticada y hay partidos políticos importantes que quieren un referéndum para salir de ésta. Hay gran influencia de la izquierda en la academia rioplatense del mismo modo que en Inglaterra. En República Checa es al revés. Como eran los disidentes los que luchaban contra el comunismo puede decirse que es la derecha la que tiene la mayor influencia entre los académicos. Pero esta situación también ha cambiado en los últimos años”.

Sin embargo la visión de Trías que el historiador ha elaborado a partir de la consulta de los archivos no parece demasiado distinta de la que López Chirico se formó siendo su colega en el liceo Nº 1 de Las Piedras. “Me he dado cuenta de que Trías me sabe bastante positivo. Ya he dicho que yo no tengo nada que ver con ningún partido uruguayo, que no estoy comprometido políticamente, que prácticamente me da igual lo que haya hecho. Pero veo mucha manipulación. Como que Trías se vendió, que a él le interesó la plata. Los mismos checos reconocen que Trías es crítico del bloque soviético, por ejemplo. Creo que los aspectos financieros se sobrestiman en la discusión. Los mismos checos dicen que Trías invierte la mayor parte del dinero en su biblioteca, que tenía como diez mil volúmenes. Eso me parece simpático. No le interesó lo material. Es verdad que recibía cigarrillos, cristalería, botellas de whisky. Pero también los archivos mencionan que como no tomaba ni fumaba regalaba el alcohol y los cigarrillos a sus amigos o cosas así. En archivos de este tipo siempre aparece mucha basura porque la inteligencia siempre busca algo para comprometer si el tipo tenía una pasión desmedida por las mujeres, algún vicio. Trías aparece como una gran excepción. No le encuentran nada así. Por eso me molesta la manipulación de su caso.”

  1. Segunda edición, Montevideo, Udelar, 2012, pág 401-409.
  2. Universidad Carolina de Praga, Editorial Karolinum, Praga, 2014, pág 245.
  3. “Desgraciados los pueblos que necesitan héroes”, Brecha, 2-III-18.
  4. “A propósito del profesor Vivian Trías, supuesto ‘agente Ríos’ en los documentos de los archivos del servicio secreto checo (Stb)”, disponible en apu.org.uy

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