Pausa dramática - Semanario Brecha

Pausa dramática

Las artes escénicas y la pandemia.

Sala teatral DELAGUJA, del sindicato de trabajadores de La 3 de mayo de 2018 Montevideo

Abren los shoppings, pero los teatros siguen cerrados. ¿Qué teatro se hace en un mundo sin teatros?

Las primeras escenas las conocemos de memoria. A mediados de marzo, tras declarar la emergencia sanitaria, el gobierno prohibió la realización de espectáculos públicos. A pesar del trabajo de la Sociedad Uruguaya de Actores (SUA), la Federación Uruguaya de Teatros Independientes (FUTI) y el teatro El Galpón, la resolución del conflicto continúa a la espera de una respuesta clara de las autoridades pertinentes. Como mencionó Búsqueda, el Ministerio de Educación y Cultura y el Instituto Nacional de Artes Escénicas acuerdan: las decisiones las toman el gobierno, la autoridad sanitaria y el comité asesor científico que trabaja con el Poder Ejecutivo.

El pasado lunes SUA, FUTI y El Galpón efectuaron un comunicado solicitando una pronta respuesta ante el protocolo que presentaron hace un mes. El protocolo sanitario, entregado al Ministerio de Educación y Cultura el 11 de mayo, consiste en la reapertura de la sala principal César Campodónico, con el asesoramiento del Instituto Pasteur. Afirman que la sala reúne las condiciones necesarias e indican que, para los cientos de trabajadores involucrados, la reapertura significa recuperar sus fuentes de trabajo. Los detalles quedan explícitos en el comunicado de prensa que publicó la institución teatral en su página web. Pensando en la reapertura, El Galpón ofreció, en un llamado público, prestar la sala de manera gratuita para que puedan utilizarla todos los grupos de teatro independiente y de música, con previa selección y programación de FUTI y de SUA. Hasta el momento se han presentado 20 grupos teatrales y algunos musicales, que representan a más de 120 trabajadores.

La propuesta protocolar implica el cuidado del público, de los trabajadores y de las instalaciones. La persona interesada en asistir a una obra de teatro “ingresará al local con tapaboca; desinfectará su calzado; mantendrá siempre una distancia no menor a 1,50 metros con cualquier persona; sólo mantendrá contacto físico con la entrada y su operativa de compra, la cual realizará previo a la desinfección de manos; ocupará un asiento debidamente desinfectado que estará distanciado al menos 1,50 metros del habilitado más cercano; utilizará una máscara acrílica que proporcionará el teatro, desinfectada y sellada en sobre de poliuretano; dejará sus datos personales y evacuará la sala con el mismo protocolo de distanciamiento utilizando, ahora, su propio tapaboca”.

La forma de abordar la situación propone también un mapeo sanitario de la sala, ya que: “Permite tener un seguimiento eficiente del público y su estado de salud. Tomando muestras de las mascarillas acrílicas que han dejado los espectadores luego de usarlas por período prolongado, se verificará la presencia o no del virus. En caso de detectar algún positivo, contaríamos con el nombre y contacto de esa persona, que surge del formulario completado al ocupar su asiento. Con esa misma información se podrá contactar a los espectadores potencialmente expuestos”.

El mismo martes que SUA, FUTI y El Galpón efectuaron su comunicado y publicaron el protocolo, una nueva red de artistas de todo el país se manifestó en la plaza Independencia, frente al edificio de Presidencia, con el nombre Artistas y Trabajadores de la Cultura Independientes. Más de cien personas hicieron una primera acción para visibilizar la situación, a la que denominaron Primer ensayo.

En diálogo con Brecha, Verónica San Vicente y Sebastián Bustamante, voceros del colectivo, cuentan que comenzaron a juntarse como una respuesta espontánea a la pandemia. En abril, ante la urgencia de quedarse sin trabajo, empezaron a organizarse con variados reclamos. Consideran que es muy importante sumar artistas y trabajadores de la cultura a las futuras acciones que llevarán a cabo, porque es urgente visibilizar la situación de precariedad económica.

Aclaran que su movimiento es independiente, pero que muchos de los artistas que participan de la red también forman parte de SUA, FUTI y El Galpón. La red o colectivo no tiene ánimos de suplantar a quienes los representan en los diferentes sectores culturales, sino que pretenden ampliar y fortalecer los reclamos, y están completamente de acuerdo con la reapertura de El Galpón. Las instituciones y los artistas independientes siguen una misma línea: quieren que se abran los espacios que les permiten trabajar.

La comparación con la reapertura de los shoppings o la cantidad de personas en el transporte público es un pasaje inevitable de sus argumentos a la hora de reclamar. “Queremos adelantarnos a situaciones desiguales que hemos estudiado que suceden en otras partes del mundo. Ponemos el ejemplo de España, donde habilitaron los espacios teatrales con un 30 por ciento de aforo, pero las iglesias, templos y espacios de cultos están habilitadas con un 50 por ciento, y el hecho físico es muy similar, si no igual. No quisiéramos que sucediera lo mismo en Uruguay.” Afirman y reflexionan: “¿Por qué el arte siempre queda atrás? Atrás del comercio, del fútbol, de la Iglesia… La Iglesia ni siquiera genera los mismos puestos de trabajo que las artes escénicas. Hay un mensaje que queda en la sociedad como si los artistas, el arte y la cultura fuéramos lo más contagioso. ¿Por qué nos aíslan más que a ciertos rubros?”.

Primer ensayo forma parte de una serie de intervenciones que el colectivo elige como modo de manifestarse. “Es la manera que queremos usar, con lo que sabemos hacer, arte escénico, estar en la escena.” Ante la pregunta de qué sucedería si no abren los teatros, Verónica y Sebastián contestan: “Hay diferentes posturas al respecto, pero creemos que si esto no mejora, empezará la clandestinidad”.

MIENTRAS TANTO. En paralelo, han ido apareciendo diversas propuestas artísticas que, aunque no se lo propongan, reflexionan sobre la situación actual y el rol que cumplen las artes escénicas en el entramado cultural. Tampoco tardaron en aparecer opiniones en torno a la virtualidad, el uso de la tecnología y la pantalla como soporte. Marianella Morena es, quizás, una de las artistas uruguayas que primero se lanzó a experimentar con su propuesta “Teatro en casa, conductas en cuarentena”, invitando a artistas de todo el mundo a vincularse, desde un espacio doméstico, con un texto escrito por ella, para luego grabarse y compartir por Youtube. Morena se atrevió, una vez más, a involucrarse con métodos nuevos y explorar su vínculo con personas que no hubiera conocido si no fuera por la situación actual, como la bailarina del SODRE Rosina Gil o la actriz japonesa Hiroko Kariya.

En un formato similar, actores y actrices de la Comedia Nacional cancelaron ensayos y dedicaron su tiempo a celebrar los 100 años de Idea Vilariño. Grabaron y subieron a las redes sociales distintas lecturas de materiales de la poeta. La selección de textos, que corre por cuenta del elenco, incluye también clásicos universales, narrativa, cuento infantil y algún fragmento de dramaturgia inédita nacional.

La Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático se sumó a la realización de videos que subieron a su cuenta de Youtube. Con la producción artística de Leonardo Pintos y Laura Pouso, también traductora, tradujeron y convocaron a actores para que leyeran el Diario de confinamiento del dramaturgo libanés radicado en París Wajdi Mouawad, que puede escucharse en su idioma original en el canal del teatro que Mouawad dirige, el Théâtre national de la Colline. La propuesta continúa con la lectura del epistolario de Margarita Xirgu, directora que da nombre a la institución.

Otra propuesta, también en formato video, es Maternidades en cuarentena, en la que un grupo de madres artistas registra o evoca situaciones cotidianas, hasta ahora desde el humor, poniendo sobre la mesa sentires y vivencias relacionadas con la maternidad en situación de confinamiento. Hasta el momento tienen subido un episodio, grabado de forma aparentemente casera, y seguirán subiendo uno por viernes a su canal de Youtube. El proyecto fue uno de los veinte seleccionados por el fondo Arte en Tiempos de Cuarentena que otorgó la Intendencia de Montevideo.

Bernarda símil teatro, proyecto seleccionado por el mismo fondo, es la primera experiencia que, en relación con las anteriores, mantiene en alto uno de los estandartes de las artes escénicas: su valor efímero. Basándose en el texto clásico de Federico García Lorca, el equipo hizo una exhaustiva investigación con el formato Zoom, que queda reflejada en la propuesta. Con duración de una hora y previa reserva, logran generar un encuentro con el público a pesar de la imposibilidad de la presencia física, con posterior intercambio. Las reservas pueden hacerse a: bernardasimilteatro@gmail.com

ENTREACTO. La situación de precariedad laboral de los artistas no es novedad y no surge con la pandemia. Aun así, en un contexto de crisis tan agudo, es extraño que aún no haya surgido una nueva forma de pensar la actividad teatral, una que implique una manera diferente de pensar las artes escénicas, partiendo directamente de la compleja realidad que se vive.

Más allá de la justa insistencia de las instituciones, el sindicato y los colectivos independientes por la reapertura de las salas, cabe preguntarse qué tipo de teatro puede hacerse si la experiencia estética consiste en atravesar un protocolo mucho más teatral de lo que podría llegar a percibirse en la escena. En una balanza posible, otra vez dual, entre el qué y el cómo, es probable que al cambiar las formas los contenidos estén expuestos a modificaciones. Si la travesía individual de asistir a una obra teatral se transforma en una odisea de acciones a seguir, el supuesto carácter inmersivo de la propuesta debería, al menos, contemplarse. Es tiempo de preguntarnos si deseamos repetir los mismos abordajes de creación y de intervención artística de la sociedad, siendo honestos a la hora de decidir si lo que queremos es volver a los mecanismos de producción habituales o si esta crisis es una verdadera oportunidad para repensar el sector.

¿Qué sentido tiene, en un mundo que se cae a pedazos, seguir operando de la misma manera? ¿Hay otras formas? Quizás haya que solucionar lo concreto e inmediato, pero el paréntesis será necesario para volver a recordar por qué se hace lo que se hace y cómo.

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