Carril colonial, en el Subte: Proezas iconográficas - Semanario Brecha
Carril colonial, en el Subte

Proezas iconográficas

Carril colonial, de Juan Burgos. Vista de sala en el SUBTE. JULIO ALONSO

La última exposición1 de collages del artista visual Juan Burgos invita a reflexionar sobre viejas y nuevas formas de dominación, desde la conquista de América hasta la pandemia por covid-19.

La pequeña sala del Centro de Exposiciones Subte que alberga la última muestra del artista visual Juan Burgos (Durazno, 1963) está ambientada de un modo que nos traslada a los interiores italianos del cinquecento, aquellos que lucían ilusionistas pinturas al fresco en ambientes decorados con diseños geométricos de fuerte cromatismo en pisos, paredes y techos. La sensación envolvente recuerda la Estancia de la Signatura del Vaticano, que Rafael pintó para el papa a principios del siglo XVI, y que incluye la famosa Escuela de Atenas. La asociación también remite a la unidad conceptual de las obras y la fuerte carga intelectual de la propuesta artística, aunque, en la sala que alberga los trabajos recientes de Burgos, el tema no son las fuentes del conocimiento, sino el colonialismo de ayer y de hoy.

Carril colonial exhibe 16 collages hechos entre 2020 y 2023, varios procedentes de colecciones privadas, incluida la Engelman-Ost, que es probablemente la que conserva hoy el conjunto más significativo de obras del artista duraznense. Si bien se presentan como cuadros individualizados con marcos tradicionales en dorado, se exhiben en grupos de dos, tres o cuatro piezas, subunidades temáticas que ordenan la lectura del conjunto. Los tópicos refieren a viejas y nuevas encarnaciones del imperialismo, desde la conquista española de América, en los inicios de la época moderna (sobre todo, aunque no solo, en Carril colonial I y Carril colonial II), hasta el mundo de las grandes corporaciones, el consumismo y la posverdad (por ejemplo, en Paraíso fake I y II), el enfrentamiento entre los dos principales imperios militares y comerciales (Adversi venti confligunt), y la pandemia por covid-19 (La marca).

Como en «Cita en Samarra»(2018), la muestra anterior realizada por el artista en el Espacio de Arte Contemporáneo, los collages plantean escenarios distópicos o apocalípticos, con referencias a la destrucción, el choque civilizatorio y la muerte, aunque el políptico Triunfo de la vida sobre la muerte, dispuesto en la pared del fondo de la sala, con su paraíso erótico de reminiscencias cristianas, permite una lectura más optimista, en clave satírica. Las asociaciones escenográficas e iconográficas con el universo visual de la primera globalización (la del siglo XVI) es inevitable, y la secuencia de escenas edénicas recuerda el tríptico El jardín de las delicias, del Bosco.

Una diferencia con la exposición anterior está en la propuesta museográfica, mucho más arriesgada en esta oportunidad, que fue creada por Niklaus Strobel y Roberto Olalde. Esta abandona el marco oscurecido e intimista que resaltaba la individualidad de la pieza, para crear un ambiente de un cromatismo casi estridente, con tonalidades que en las paredes dialogan con las obras expuestas, propagando sus efectos visuales, y que en el piso parecen buscar el orden y la contención que las expresiones de caos, lujuria, terror y desbordes contenidas en las piezas exhibidas desafían.

Como artista contemporáneo, Burgos lleva a cabo una práctica apropiacionista que se alimenta de un patrimonio iconográfico global, potenciando y también impugnando su carga discursiva. Lo hace creando collages analógicos, en los que cada pieza de papel es pegada cuidadosamente a mano. El repositorio visual que sirve de fuente incluye tanto creaciones de Oriente como de Occidente, desde producciones de arte sacro y arte erótico, ilustraciones comerciales, dibujos animados y tatuajes hasta obras de arte únicas antiguas, modernas y contemporáneas. Esa biblioteca fue incorporada materialmente en la muestra, mediante la inclusión de un mueble con libros y objetos pertenecientes al artista y que permiten al público entrar en contacto con una parte de su proceso investigativo y creativo. En esa biblioteca, nieta posmoderna de la de Aby Warburg, coexisten libros sobre simbología antigua, iconografía cristiana, manga, arte callejero, ilustraciones de cuentos de hadas y cómic, gráfica, tatuajes, juguetes, máscaras y textiles, incluidos el catálogo de Fabric of a Nation: American Quilt Stories, de la colección del Museo de Bellas Artes de Houston, y una edición envidiable de America de Theodor de Bry. También hay varias guías, como The Grand Medieval Bestiary, The Book of Symbols, La Biblia en imágenes, Angels and Demons in Art y Erotica Universalis, junto a publicaciones sobre astrología, tarot, magia, religión y rituales. Así, en el trabajo de Burgos se encuentra lo clásico con lo grotesco, lo sutil con lo satírico, lo erótico con lo espiritual, lo extravagante, lo comercial, lo artesanal, lo decorativo y lo político. Sus composiciones terminan siendo un punto de encuentro del pasado y el presente, de lo lejano con lo omnipresente, permitiendo coexistencias entre dibujos animados, iconografía cristiana, diseños de textiles japoneses y pintura moderna latinoamericana.

En algunos casos las imágenes son descontextualizadas y adquieren un sentido distinto al del original y en otros la apuesta apropiacionista pasa por incorporar esas referencias visuales y conceptuales, algunas antiquísimas, y traer sus significados al marco de lectura propuesto. De este modo, la obra de Burgos constituye un desafío para el público, que se siente invitado a elegir entre la contemplación o el desciframiento, o una combinación de ambos. Por ejemplo, en el collage La marca, que el artista realizó en el primer semestre de 2020, en plena pandemia, se presenta un personaje central basado en Marvel aunque con máscara tribal, que está siendo marcado en la pierna con un sello de hierro por un hombre con armadura, un conquistador español. Alrededor se yuxtaponen distintas figuras esqueléticas que refieren a la muerte (incluido un barquero alado a la derecha que recuerda a Caronte), mientras otros seres con máscaras protectoras de gases u otras sustancias dañinas parecen reconocer que ya no hay salvación posible, y se resignan. El escenario es apocalíptico: una ciudad en llamas, recurrente en las composiciones de Burgos, con edificios impersonales y referencias al cielo y al infierno, imaginados y temidos. El collage, que combina figuras tomadas de la iconografía de la peste de origen medieval, diseños textiles y personajes tomados de murales de Diego Rivera, es una invitación a vincular, en plena época de emergencia sanitaria por covid-19, el sistema de dominación que los españoles impusieron a los nativos americanos tras la conquista con las políticas de control de la población dispuestas en pandemia: La marca del título refiere a lo que entonces el artista veía como la inminencia de una vacunación imperativa.

1. Carril colonial, de Juan Burgos. Niklaus Strobel y Roberto Olalde (proyecto museográfico) y Martín Craciun (texto). Centro de Exposiciones Subte, hasta el 3 de febrero de 2024.

Artículos relacionados

Cine. En Cinemateca: Dahomey, de Mati Diop

Las estatuas también viven

Linda Kohen (Milán, 1924) y Octavio Podestá (Montevideo, 1929)

Las zonas azules del arte