En los últimos años han proliferado las editoriales independientes en Montevideo. Muchas de ellas son conducidas por escritores o profesores de literatura que, observando el panorama literario, deciden asumir nuevos roles, alentados quizás por su propia experiencia como autores o lectores. La aventura de estos «nuevos» editores deja en su camino una interesante bibliovariedad que se extiende por las librerías, las ferias o los eventos culturales citadinos. La abundancia de títulos, si bien parece refrescar el lago estanco de nuestra cultura, no siempre redunda en lectores y mucho menos retribuye económicamente el esfuerzo invertido. Hay cosas que explica solamente la vocación. En este contexto surgió, hace ya un año, Ocho Ojos Editorial, emprendimiento dirigido por el escritor Camilo Baráibar junto con un pequeño pero fervoroso equipo. Los tres libros inaugurales fueron: Médanos, del propio Baráibar (se trata de una reedición del clásico juvenil editado por Trilce en 2008); ¿Vos me querés a mí?, de Romina Paula, y El puente Colonia-Buenos Aires y otros cuentos exposibles, de Miguel Bardesio (texto que motiva esta reseña).
El puente Colonia-Buenos Aires y otros cuentos exposibles es el extenso título elegido por Bardesio (Montevideo, 1980) para su primer libro de ficción. Además de adelantarnos el género y jerarquizar uno de los textos, propone un llamativo neologismo que hace referencia al territorio inconcreto de «lo que pudo haber sido», especie de suceso nonato que continúa gestándose necesariamente en la imaginación.
El libro consta de ocho cuentos en los que el tópico del tiempo juega un papel capital, no solo en «El viajante», cuyo protagonista es un hombre que vive a contramano de la historia, sino también en «Revólver», un inquietante relato en el que el narrador no puede distinguir si aquello que lo atormenta es un recuerdo o una premonición. En «Alquitrán», la cuestión se torna obsesiva en un diálogo demasiado craneal para una primera cita, pero que prefigura los motivos de los textos precedentes: «El tiempo es infinito, no solo hacia adelante, también para atrás y en el mismísimo presente… este instante nos sobrepasa, es como una lluvia de papelitos; tomamos algunos».
El escenario del cuento que da título a la obra es el puente exposible que une las ciudades mencionadas. La historia se construye a partir de un diálogo imprevisto entre un conductor que, por razones ideológicas, jamás ha cruzado el puente, y una pasajera casual que, justamente, intenta cruzarlo. El encuentro parece propicio: «Si algún día había que cruzar ese puente maldito, bien podría ser hoy, lloviendo y en compañía de una desconocida». Cierra el conjunto «Hijos desensamblados», cuya idea central es tan descabellada como factible: tener hijos únicamente después de la separación.
Los cuentos de El puente…, como hemos visto, dialogan entre sí. La materia de ese diálogo no resulta forzada: por el contrario, es el natural anuncio de un estilo propio que se atisba en los temas recurrentes, los trazos mínimos para distinguir un personaje o los recursos humorísticos que se derraman de lo fantástico para ahogarse en el absurdo. Un aspecto que no debemos pasar por alto es la variedad de narradores propuesta por el autor. Sorprende la eficacia de estas múltiples voces con diferentes grados de conocimiento, a veces poco confiables o presentando los hechos desde el anonimato de una multitud. Esto último, sumado a la particularidad de algunos personajes (Duilio, el gris protagonista de «En tierra»; Pamela, la adolescente que puede adivinar los fallecimientos de su entorno en «Grillos son», y Marcel, el indeciso y pluricorrespondido amante de «Diluvio»), resulta para quienes se adentran en la lectura de Bardesio un auspicioso tramo inicial.
El puente Colonia-Buenos Aires y otros cuentos exposibles, de Miguel Bardesio. Ocho Ojos Editorial, Montevideo, 2022. 127 págs.