Las cooperativas Covipedro y Coviaduana tienen terrenos hermanos o primos hermanos: terrenos linderos. Están en la calle Piedras, entre Juan Carlos Gómez e Ituzaingó, en Ciudad Vieja. La Huerta Comunitaria de Piedras empezó a funcionar a mediados de 2020, en julio, por iniciativa de integrantes de Covipedro. Poco a poco se fueron sumando vecinos. Actualmente, se expande hacia el terreno de Coviaduana. Cada vez que puede, Cecilia Giovanoni Pérez, arquitecta e integrante de Covipedro, remarca que el espacio es abierto y que no solo invita a participar en las actividades, sino también a fomentar el diálogo, el intercambio.
«Veníamos con la idea de la huerta hacía tiempo», contó Giovanoni a Brecha. Explicó que fue la pandemia lo que terminó de consolidarla y hacerla realidad: «Fue el momento perfecto, porque todos tenían tiempo y parecía que era más necesario habilitar espacios de encuentro al aire libre». La cooperativa había hecho otras actividades antes, sobre todo musicales: toques y tablados, en los que se vendía comida para ayudar a la cooperativa. Desde el inicio, tomaron la decisión de usar el terreno y abrirlo: «No tenerlo cerrado, enrejado y limpio, como te piden que lo tengas, sino usarlo, abrirlo al barrio, que más gente lo pueda aprovechar». Con la pandemia dejaron de hacer actividades y eventos musicales, por lo que pusieron toda la energía en hacer un proyecto comunitario «más de huerta, de menos gente». En el terreno había estado trabajando Compost Ciudadano en sus primeras pruebas de compostaje. Cuando se fueron, dejaron los tanques en los que hacían el compost y les explicaron a los integrantes de la cooperativa cómo utilizarlos.
La organización de la huerta es elemental. Cada día una persona se encarga de regar y una vez por semana, los domingos, tienen marcada una jornada de trabajo colectivo. Por otra parte, manejan otros acuerdos en las ideas y los valores: «Lo único que estaba planteado en un principio era que quien quisiera venir viniera». Es un espacio abierto: puede acercarse quien quiera, por Instagram, por mail o por las jornadas que actualmente están difundiendo. La huerta también cuenta con el apoyo del Municipio B: «Ha apoyado la huerta en distintos aspectos: para conseguir tierra y con infraestructura, mesas y sillas para eventos». Cuando estaban empezando con el proyecto de extensión, el municipio estaba comenzando a apoyar las huertas a través del programa Barrios Verdes.
Barrios Verdes es uno de los componentes del Plan de Desarrollo Municipal del Municipio B. Está comprometido con el desarrollo sostenible y la soberanía alimentaria, y mantiene el foco en el cuidado de las personas y su hábitat. Uno de los apartados del componente refiere al apoyo y el acompañamiento de huertas en el territorio del municipio. «La idea es sumar a los espacios desde la órbita municipal», dijo a Brecha la trabajadora social Andrea Hernández. Agregó que se busca «potenciar lo que los propios grupos vienen desarrollando». En 2021 se hizo un llamado a organizaciones que pudieran apoyar a las huertas. El Instituto de Promoción Económico Social del Uruguay fue el ganador y pronto comenzó a impartir talleres, para «reforzar tanto los conocimientos sobre huerta» como «la participación comunitaria». En este momento, dijo Giovanoni, la Huerta Comunitaria de Piedras «está trabajando en coordinación» con Barrios Verdes y con otros apoyos, como el proyecto Raíces en los Muros.
COMO EN EL MURO LA HIEDRA
Raíces en los Muros es un proyecto de extensión de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU), de la Universidad de la República (Udelar), que busca propiciar un intercambio de saberes mediante encuentros teórico-prácticos entre estudiantes, docentes, vecinas y vecinos, organizaciones sociales e instituciones. Tiene por eje central de discusión las dimensiones arquitectónicas, sociales y ambientales de las huertas urbanas. Comenzó en febrero de este año y está finalizando en abril y mayo, con las últimas cuatro instancias. No es la primera vez que la FADU trabaja con huertas y terrenos. Giovanoni mencionó dos antecedentes. En primer lugar, el proyecto de extensión Exploraciones Holísticas, que en 2020 trabajó en el terreno, con la huerta y con proyectos para usos transitorios, y construyó una mesa de madera. En segundo lugar, el proyecto Reactor Ciudad Vieja, que estuvo trabajando con el Departamento de Desarrollo Urbano de la Intendencia de Montevideo sobre casas vacías y maneras de recuperación colectiva de los espacios no habitados de Ciudad Vieja. Se exploraron espacios que podían ser vistos como abandonados, como los terrenos baldíos. En el caso de Covipedro y Coviaduana, un grupo de personas estaba recuperando y cuidando el baldío.
A principios de abril de este año, un grupo de estudiantes de la Licenciatura en Diseño Integrado del departamento de Salto viajó a Montevideo y participó de una actividad en la Huerta Comunitaria de Piedras. En diálogo con Brecha, Valeria González, una de las estudiantes, contó que, además de a las charlas y las propuestas que se estaban dando en Modelo Abierto, se los invitó a un encuentro en Ciudad Vieja en el que se haría el revestimiento de un horno de barro que ya tenía la estructura. «Nos pareció superinteresante la instancia práctica y colectiva, colaborar entre todos con el horno y tener una experiencia práctica sobre la tecnología en la tierra», contó. Resaltó que quedaron «copados» con el «trabajo colaborativo». Este proyecto puntual está financiado por la facultad misma y no por la Udelar. Plantea hilvanar distintos temas de un proceso comunitario y colectivo relacionado con el cultivo y la agroecología en un terreno particular de Ciudad Vieja. Se trabajan temas de diseño y tecnología, construcción con tierra –como el revestimiento del horno de barro– y construcción con madera. Los temas son atravesados por el intercambio de saberes entre las distintas personas.
La arquitecta resaltó la relación con el paisaje y lo ambiental-ecológico. Ambos temas requieren despojarse de muchos preconceptos. Nos contó que, aunque «está lleno de mugre, plástico y botellas», es un baldío lleno de plantas –maleza y yuyos– y que, cada vez que alguien pretende limpiarlo, quiere arrancar los yuyos, lo que es un problema. La costumbre de arrancar las plantas es parte del sentido común, pero si seguimos una mirada ambiental-ecológica, es cuestionable. El proyecto busca introducir cuestiones relacionadas con la relevancia de la flora y la fauna en las ciudades, para comprender sus funciones ecosistémicas y cómo convivir con ellas. «Es un proyecto de extensión cuya forma de trabajo es horizontal, de conversación, con momentos en los que se despliega un conocimiento, pero que da lugar al intercambio y fomenta las instancias prácticas», explicó. El último paso es construir uno de los proyectos presentados anteriormente, alguna de las piezas en las que trabajaron estudiantes anteriores. «Pero la huerta sigue. Está abierta para que aparezcan otras cosas», añadió.