La llegada de refugiados suele manejarse con absoluta reserva y discreción, pero las familias sirias (42 personas) que arribaron el 9 de octubre de 2014 fueron bienvenidas como si se tratara de la selección de fútbol. Ante un cardumen de periodistas y de cámaras de televisión, los refugiados fueron recibidos en el aeropuerto de Carrasco por el entonces presidente José Mujica y su canciller Luis Almagro. En caravana, fueron trasladados a una congregación católica marista, donde los esperaban otros jerarcas de gobierno. Alrededor del lugar, decenas de personas se acercaron para manifestar su solidaridad con los extranjeros.
Los refugiados sirios llegaban a Uruguay escapando de una de las peores tragedias humanitarias de las últimas décadas. Llevaban meses en un campo de refugiados en el Líbano, en la frontera con Siria. Durante varios días, el seguimiento mediático de los refugiados fue cotidiano, incisivo, prácticamente agobiante. Con el paso de las semanas, ese fervor inicial se fue apagando. Al cabo de los meses, las familias se fueron radicando en diversas ciudades de Uruguay y por fin salieron de los titulares de la prensa.
LENTA AGONÍA. El programa de reasentamiento de los sirios comenzó formalmente en 2014 con una nota que el gobierno de José Mujica remitió al ex primer ministro portugués António Guterres, por entonces alto comisionado de la Onu para los refugiados (es actualmente uno de los posibles sucesores de Ban Ki-Moon en la secretaría general de la Onu). Uruguay estaba dispuesto a recibir hasta 120 refugiados sirios. En una segunda instancia se informó a Acnur que la venida de los sirios se repartiría en dos grupos, uno en octubre de 2014 y otro en febrero de 2015. La razón era asegurar una adecuada atención y disponer de los recursos humanos suficientes, siendo ésta una situación inédita en el país.
Pero en febrero no se concretó la llegada del segundo grupo. En abril el gobierno de Vázquez comunicó a Acnur que se prorrogaría la llegada para el último trimestre de 2015. Esa fue la última comunicación oficial con los organismos internacionales. Extraoficialmente, se le dijo a Acnur que si era posible se redireccionara a las familias siras seleccionadas a otros programas, contaron desde la cancillería a Brecha.
Durante 2015, el Poder Ejecutivo perdió contacto con el segundo grupo de sirios y actualmente desconoce si permanecen en el Líbano o marcharon hacia Europa.
A casi un año de la primera prórroga, la cancillería no quiere darle más largas al tema y se dispone a anunciar que el segundo grupo de refugiados no llegará a Uruguay. Pero la decisión no implica cerrar las puertas a más refugiados, advirtieron las fuentes a Brecha. Incluso Vázquez y Nin Novoa tienen previsto facilitar los trámites y mejorar la asistencia de quienes soliciten el estatuto de refugiados, pero no a través del programa de reasentamiento de refugiados sirios que puso en marcha el gobierno de Mujica.
A OTRA COSA. Para la cancillería, el programa que lanzó Mujica no se puede catalogar de exitoso o de fracasado, pero sí se debe tomar nota de los “puntos débiles” que incidieron en que la adaptación de los refugiados no haya sido la esperada. No está claro, además, si las familias sirias que llegaron en 2014 estarán en condiciones de mantenerse una vez que se acabe el subsidio mensual previsto por el gobierno para los dos primeros años (acabaría a finales de 2016).
A la falta de convencimiento en el gobierno de Vázquez se sumó durante este tiempo una serie de descoordinaciones que afectaron la adaptación de los sirios. A las diferencias entre el ex canciller Luis Almagro y el director de Derechos Humanos de la Presidencia, Javier Miranda, durante los primeros meses, se agregó la carencia de recursos y de ciertos apoyos previstos pero que luego no estuvieron (véase Brecha 20-II-15 y 27-II-15). A modo de ejemplo: desde la cancillería entienden que la carencia de intérpretes entorpeció la inserción de los refugiados sirios en Uruguay. Tanto por las dificultades para el aprendizaje del idioma como por la asistencia psicológica y social que se había anunciado inicialmente.
El canciller Nin Novoa ya había dado señales contrarias a la llegada del segundo contingente de refugiados. Y, al menos públicamente, no generaron cuestionamientos de Mujica ni críticas relevantes de otros dirigentes del Frente Amplio (FA). El propio ex presidente pareció desprenderse de su iniciativa personal cuando en setiembre de 2015 se quejó del perfil de las personas recibidas: “Pedí campesinos y me trajeron clase media relativamente acomodada”, contó sin mucha delicadeza a la prensa. No dijo que, de todas formas, la oferta de tierras para trabajar era totalmente insuficiente. Es por eso que la cancillería cree que cuando se anuncie oficialmente la desactivación del programa no habrá reclamos, en especial de Mujica.
Consultada por Brecha, la senadora Lucía Topolansky prefirió no opinar sobre el tema porque no estuvo involucrada en los pormenores. El senador del Mpp Rubén Martínez Huelmo arriesgó que no cree que “nadie se agravie” en el FA porque no llegue el segundo contingente de sirios. Y así lo explicó:“Pienso que se hicieron todos los esfuerzos para recibirlos. Lo cierto es que no se han podido adaptar. A Europa se van en gran número, se radican miles en un lugar y pueden afrontar juntos la soledad cultural y social. Pero eso acá no ocurrió. No hay siquiera una mezquita. Y eso se sufre mucho”.
[notice]El dinero de Estados Unidos
Aquí queda
El gobierno de Estados Unidos donó 800 mil dólares para el programa de reasentamiento de sirios y el fortalecimiento del programa de refugiados en general. Esos fondos no se utilizaron debido a las reiteradas postergaciones del segundo arribo de refugiados sirios. Pero el Poder Ejecutivo intentará que, pese a desistir del compromiso asumido con Acnur, el dinero no sea devuelto y se lo invierta en otros programas referidos a refugiados. Próximamente, presentará un plan en ese sentido.
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