La figura del editor sagaz que realiza una exhaustiva labor de búsqueda para dar con el autor recóndito o escondido no parece estar muy vigente en la actualidad. El avasallamiento de potenciales autores que buscan ser publicados convierte al editor, más que en un detective, en un desbrozador de la maleza. Luego están las colecciones que, si bien pueden resultar reduccionistas, reúnen en el claro ciertos perfiles, mapas de obsesiones o presas prototípicas para lectores muy concretos. Quizás, en la creación o en el armado de dichas colecciones, el editor pueda demostrar –no sin riesgos ni dificultades– su sagacidad. En este sentido, la serie Discos, de Estuario Editora, es una de las colecciones más llamativas del panorama local. Su origen se remonta a 2017, cuando Gustavo Verdesio, inspirado en el libro Low de Hugo Wilcken sobre el disco homónimo de David Bowie, le propuso a Martín Fernández1 emular el gesto con discos de artistas nacionales o rioplatenses. El resultado es una colección multiforme y abierta en la que conviven novelas con libros de entrevistas y textos de corte analítico sobre discos puntuales de nuestra música. Ignacio Martínez, en esta ocasión,2 ha puesto el ojo y el oído en el disco Fines, del cantautor uruguayo Fernando Cabrera.
Fines/ Fernando Cabrera es un libro estructurado en 15 capítulos (cercados al inicio y al final por una especie de prólogo y epílogo) que se remata con una serie de fotos y recortes de prensa de la época. Más allá de los tópicos trabajados por Martínez, nos parece oportuno mencionar la naturalidad con que lleva adelante su proyecto, prodigando información rigurosa del legendario disco surgido en 1993 al tiempo que analiza los aspectos literarios de la obra de Cabrera y la complejidad musical propuesta en cada una de sus canciones. Hay en la prosa de Martínez un ritmo preciso, que apela a la sensibilidad lectora alternando pasajes técnicos sobre cuestiones musicales con fragmentos de entrevistas seleccionados con tino, o detenciones en tal o cual recurso literario que Cabrera «domina como pocos en la música uruguaya» y que podrían pasarse por alto en una escucha distraída.
El libro echa luz sobre la educación sentimental de Fernando Cabrera: sus fervientes lecturas de Onetti, el conocimiento fecundo de Zitarrosa y Mateo, el amor incondicional por Piazzolla y los Beatles. El texto se ensancha a medida que va rodeando la figura inatrapable del cantautor; hay tiempo para su voz («única y, como tal, reconocible»), para repasar sus interpretaciones y homenajes de otros artistas y para visualizarlo allí, en un agradecimiento callado, ante las versiones que otros realizan de su música: «Para Cabrera es un halago, un mimo y un largo y adjetivado etcétera que alguien interprete su música, sea profesional, amateur, niño o todo junto. Por eso se le suele desactivar la glándula de la crítica cuando escucha su música a cargo de otros».
Pensando en otros otros, Martínez aniquila la noción de tristeza con que se suele asociar a las canciones de Cabrera: «Quizás aquellos que le escapan a su obra porque los entristece, en realidad la esquivan por temor a la emoción». Habla con propiedad. En su constante parafraseo de las letras se percibe, además de un funcional enlace entre momentos de textura muy variada, un evidente placer por inmiscuirse en el universo cabreriano que conoce y comunica como pocos. Por eso, en la sólida represa que almacena este trabajo, resultan saludables los desbordes, es decir, esos instantes en los que el sesudo periodista se permite filtraciones y nos cuenta −detalle nimio y a la vez elemental− cuál es su canción favorita.
1. Editor responsable de Estuario Editora.
2. El autor ya había participado en esta colección con Otra Navidad en las trincheras/ El Cuarteto de Nos (2017).
