Los uruguayos de la izquierda veníamos de una derrota, éramos exiliados derrotados. Esa resurrección de una izquierda completamente diferente que fue el sandinismo era bastante atractiva; no era algo solamente teórico sino que se llevaba a la práctica.
Había un movimiento, un partido y un gobierno llevando una revolución muy particular, fuera de los esquemas puros y duros. Con una campaña de alfabetización impulsada por la juventud, con una reforma agraria, con un nuevo código penal, cárceles modelo y tantos otros logros que fueron obteniendo.
Cuando Violeta Chamorro ganó las elecciones, en 1990, yo estaba en Nicaragua cubriendo para la prensa internacional. Lo que ocurrió en los días posteriores fue un síntoma de lo que se venía después. Fui testigo de lo que luego se conoció como “la piñata”. Todo fue por cuestiones económicas. Se quedaron con casas, campos, etcétera.
Visto unos años después, era una forma de pensar y de actuar, de posicionarse ante la vida. La parte económica tiene un peso impresionante en lo que piensan y hacen Daniel Ortega y Rosario Murillo, en cómo se posicionan ante la Iglesia Católica, los empresarios, la derecha.
La situación de violencia y represión actual es espantosa. Pero hay un matiz para hacer que quizás los uruguayos no podamos entender. El nicaragüense, en general, es alguien que mete para adelante, que sale a la calle y pelea y tiene una concepción de la muerte muy diferente a la nuestra. Así fue la guerrilla sandinista y así fueron las insurrecciones en las ciudades. Los nicaragüenses son esencialmente insurreccionales, lo llevan en la sangre.
Esta política insurreccional no se parece a la que se da en Venezuela, fomentada desde el extranjero, o a la que se dio en los países del este, es mucho más genuina.
Hay algo muy genuino en la juventud nica. No necesitan manijas del exterior, ni planes de la Cia para crear un aparato de insurrección. No hay intereses económicos tan grandes en juego que motiven una injerencia extranjera. Es simplemente que la gente no da más. Para una izquierda encontrarse con algo así es terrible. Significa que no son izquierda.
El Frente Amplio debería tomar una posición firme de condena y defensa de los derechos humanos. Punto y se acabó. No se puede reprimir al estudiantado como se lo está haciendo, a barrios históricos del sandinismo, como se lo está haciendo. La represión no puede ser contra el pueblo.
El gobierno es otra historia. Ya dio su declaración. Para mí lo que importa es la posición del Frente Amplio, que está en el gobierno también. Con los derechos humanos del pueblo no se juega.