Un impacto intelectual - Semanario Brecha
Noé Jitrik, la vigencia de un legado (1928-2022)

Un impacto intelectual

Figura decisiva del ensayo, de la teoría y de la crítica literaria latinoamericana, Noé Jitrik fue en todo su alcance un intelectual humanista, brillante, complejo, comprometido, de una reflexividad siempre iluminadora. En él se conjugaron la exigencia conceptual con la dimensión abierta del pensamiento, el amor por la literatura y por su estudio, movidos por lo inagotable de su sentido, siempre interrogado a través de los actos de lectura.

El escritor en un homenaje a Julio Cortázar, en marzo de 2014. SECRETARÍA DE CULTURA DE LA PRESIDENCIA DE LA NACIÓN (ARGENTINA)

El hecho literario lo interpelaba como acontecimiento que realiza una intensificación simbólica de lo social. A lo largo de su extensa trayectoria, mientras atravesaba tiempos históricos diversos, Jitrik mantuvo esa constancia, que era una convicción. Él concibió la especificidad de la producción literaria, pero lo hizo en el entendido de que estaba condicionada por las determinaciones sociales que la hacían posible. Sin embargo –y este es un concepto clave, lo sigue siendo para nosotros–, en la literatura, tal como lo expresa Noé en un ensayo publicado en 1975, «la capacidad vibratoria de la significación» resiste agotarse, quedar «vaciada en el acto de consumo».1

Autores, temas y períodos históricos tan distintos como capitales de la literatura argentina e hispanoamericana motivaron sus trabajos. Noé escribió más de medio centenar de libros propios, numerosísimos capítulos en volúmenes colectivos, revistas de estudios literarios universitarios –incluidas aquellas de las que fue fundador, como Syc o Zama– y también otras de carácter independiente. Tuvo una prolífica participación en medios muy diversos, difíciles de ser enumerados ahora, a los que deben sumarse sus publicaciones en semanarios y prensa periódica, tal como su columna habitual en Página 12. A los trabajos sobre literatura argentina, entre los que sobresalen los dedicados a Domingo F. Sarmiento, Esteban Echeverría, José Hernández, el Modernismo, Leopoldo Lugones, Macedonio Fernández, Roberto Arlt, Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal, Julio Cortázar y Juan José Saer, cabe agregar aquellos sobre textos de Cristóbal Colón, Horacio Quiroga, Gabriel García Márquez, José Emilio Pacheco, además de importantes ensayos de teoría literaria.

CONTORNO, LOS AÑOS CINCUENTA Y DESPUÉS

Al principio de los años cincuenta, luego de participar de la creación de la revista Centro, del Centro de Estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras, institución en la que efectivamente estudió y militó, comenzó a escribir en Contorno, mítica publicación fundada por los hermanos Ismael y David Viñas en 1953, cuyo último número salió en 1959. Esta revista devino en un parteaguas respecto de la cultura, las letras y la política argentina. El parricidio que le atribuyó Emir Rodríguez Monegal tenía algo de cierto si se atiende el fuerte revisionismo del pasado que manifestaron sus colaboradores, con la literatura y la política argentina –entendida como totalidad– en su centro. Raúl Dorra ha afirmado que en la época de Contorno «Noé Jitrik definió y proyectó su figura de intelectual», la que «se asociaba a la conciencia crítica, a la construcción de una ética de la lucidez, a la generación de una sensibilidad alimentada por la reflexión rigurosa y atraída por la posibilidad de una belleza que fuera un bien disponible para todos».2

En la intensificación del compromiso, fuere en su manifestación sartreana, marxista, izquierdista o frondizista de primera hora, Noé esgrimió una conciencia intelectual nutrida en distintas fuentes, pero proyectada con una activa identificación de izquierda. La politicidad de los discursos sociales y en particular del literario nunca lo abandonó, siempre bajo formas de una articulación compleja, no a la manera de un mero «reflejo» literario de lo social. El temprano reconocimiento de la obra de Maurice Blanchot, hecho que permaneció durante el resto de su vida, tuvo que ver con un concepto del poder de la literatura, de cierto absoluto que en el escritor y pensador francés evidenciaba su función transformadora. Por eso Noé cerró su libro sobre Lugones con una cita de Blanchot, para quien es necesario «ayudar al hombre a ir a algún lado, a ser más que él mismo, a ver más de lo que puede ver, a conocer lo que no puede conocer –en una palabra–, a hacer de la literatura una experiencia que interese la totalidad de la vida y la totalidad del ser».3 Esto es, en otras palabras, reimaginar la vida.

LA LITERATURA Y EL TRABAJO CRÍTICO

Para Noé Jitrik, la literatura es producción, es decir, trabajo que transforma aquello que nos viene dado por la palabra: reglas, giros retóricos, modos ficcionales. Ese acto transfigurador se da mediante la escritura, cuyo resultado es un acontecimiento y una significación nuevos. Pero, como la literatura no se agota en el consumo, sino que genera respuestas a través de los lectores, la significación, mediada por ideologías, se vuelve incesante: una continua productividad que conduce a nuevas significaciones.

El trayecto de su obra ofrece conceptos de recurrencia fundamental. Ellos son, justamente, producción, incesancia y significación. Estos, según vemos, son parte de lo específico de la producción literaria, pero también operan «metodológicamente» en el trabajo crítico, que en todas sus formas es un trabajo de interpretación que no cierra el sentido de lo que lee. Tal como señala Roberto Ferro, «para Noé Jitrik, la lectura, al igual que la escritura, puesta en la inagotabilidad, puede recomenzar y siempre, por ello mismo, es insatisfactoria, está siempre a punto de asir algo que no deja de evadirse».4

Recuerdo a Noé, inquieto, fluido y preciso en las palabras, certero en la argumentación, apelando a estos conceptos en medio de debates en congresos, en una conversación informal pero no menos concentrada, en entrevistas concedidas, en comidas compartidas o caminando por la calle, su cuerpo algo menudo, con su asombrosa vitalidad física e intelectual, la voz suave y persistente, con aquel vivirlo todo desde las letras en relación con la amplitud del mundo social y político.

Siempre se mostró atento a nuevas ideas críticas y teóricas, para repensarlas, pero no para su trasplante. Fueron de notable incidencia el psicoanálisis, el análisis marxista, el estructuralismo, distintas expresiones del posestructuralismo y la deconstrucción, entre otros. Sus años en Francia, entre 1967 y 1970, le permitieron un conocimiento directo, pero supo construir su mirada latinoamericana, sin énfasis para plateas, con densidad reflexiva. En 1998, durante un congreso sobre estudios culturales que compartimos en la Universidad de Minas Gerais, Noé volvió a poner a la literatura y al trabajo crítico en un lugar preeminente, acompañando un debate que propusimos sobre la resistencia a la literatura por parte de los estudios culturales. Si bien subrayó con justicia los méritos de dichos estudios, criticó sus supuestos y sentenció que «la inagotabilidad de la semiosis literaria sigue en pie, más allá de los triunfos de los estudios culturales».5

Su concepción de lo literario, que experimentó también en una valiosa producción propia, poética, narrativa y autobiográfica, le confirmaba esa vivencia específica, esa creación que resiste ser moneda de cambio. Su larga labor de enseñanza en la Universidad de Buenos Aires y en universidades de otros países –entre otras, en nuestra Universidad de la República– asentó la presencia de su pensamiento y de su obra, en que la literatura era un irreductible para el goce y el estudio de su singularidad. Los doctorados honoris causa que recibió fueron un enorme reconocimiento a esa trayectoria y a la enseñanza de esas ideas. Desde los primeros tiempos, las transformaciones decisivas de los años sesenta y los primeros setenta, la persecución y el exilio en México hasta la reincorporación posdictadura en su querido Instituto de Literatura Hispanoamericana, Jitrik se mantuvo fiel a estas convicciones. También pudo sostenerlas con un inigualable desarrollo investigativo en esa obra colectiva excepcional de la que fue director: la Historia crítica de la literatura argentina, compuesta por 12 volúmenes publicados entre 1999 y 2018. Todo ello es parte de un legado de inmensa vigencia, que nos interpela y, una vez más, al tiempo que nos acerca a Noé en el afecto y el recuerdo, nos desafía hacia el futuro de esta incesancia irresistible de las letras.

1. Noé Jitrik, «Producción literaria y producción social», en Literatura y praxis en América Latina, autores varios, Caracas, Monte Ávila, 1975, pág. 16.

2. Raúl Dorra, «Presentación del homenajeado», en Universos discursivos. Obra de Noé Jitrik, Córdoba, Alción, 2003, pág. 222.

3. Maurice Blanchot en Noé Jitrik, en Leopoldo Lugones. Mito nacional, Buenos Aires, Palestra, 1960, pág. 54.

4. Roberto Ferro, «Tentativas de un prólogo», en Línea de flotación. Noé Jitrik, Mérida (Venezuela), El Otro, El Mismo, 2002, pág. 14.

5. Noé Jitrik, «Estudios culturales/estudios literarios», en Literatura e estudos culturais, Maria A. Pereira y Eliana Lourenço (organizadoras), Belo Horizonte, Facultad de Letras de la Universidad Federal de Minas Gerais, 2000, pág. 41.

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