Danilo Astori (1940-2023): Un lugar en la historia - Semanario Brecha
Danilo Astori (1940-2023)

Un lugar en la historia

Fue uno de los últimos referentes históricos del Frente Amplio. También el gurú de la economía y quien con su presencia hizo inútiles los intentos desestabilizadores de agentes económicos que nunca miraron con buenos ojos a la coalición de izquierdas. Sin embargo, dentro de filas, con independencia del reconocimiento a su papel, no encontró la empatía para ser el candidato a la presidencia de la república.

Danilo Astori. JORGE AMEAL

A casi tres años del fallecimiento del expresidente Tabaré Vázquez (en diciembre de 2020), el viernes 10 de noviembre se produjo la muerte de Danilo Astori, contador, exsenador, exvicepresidente y exministro de Economía. Tanto Astori como Vázquez estuvieron entre los principales dirigentes frenteamplistas que sucedieron al general Liber Seregni y a los fundadores primigenios de la coalición de izquierdas en la determinación del rumbo de la fuerza política. El contador está asociado a una etapa cualitativamente distinta del Frente Amplio (FA), ya que fue protagonista, junto con Vázquez y, más tarde, con José Mujica, de la transformación del FA en el partido mayoritario de Uruguay, que luego alcanzó la conducción del país por tres lustros consecutivos.

En esos 15 años, fue el conductor de la política económica de los gobiernos frenteamplistas, en una conducción que no estuvo exenta de algunos conflictos con sus pares de la izquierda, pero que despejó dudas sobre la capacidad del FA para desplegar políticas que no desestabilizaran la economía, en especial para los agentes económicos nacionales y extranjeros. También fue el dirigente político (independiente por entonces, aunque en su momento integró la Izquierda Democrática Independiente) que en 1989 llegó a ser candidato a vicepresidente acompañando a Seregni y fue electo ese mismo año como senador. Su perfil de no sectorizado en ese entonces le permitió encabezar las listas al Senado de todos los grupos frenteamplistas. El acuerdo en el FA implicó que Astori asumiría por la lista más votada, que, curiosamente, en esa ocasión fue la 1001.

EL GIRO DE LOS NOVENTA

En 1994, formó el agrupamiento Asamblea Uruguay (AU) a partir de un grupo de ciudadanos independientes y con parte de la diáspora del Partido Comunista del Uruguay, después de la crisis de esa colectividad en 1991, tras la caída del denominado socialismo real. En esas elecciones, AU fue el sector mayoritario dentro del Frente, cosa que no repitió después, por sufrir una continua sangría de votantes.

A partir de 1994, para ubicar un jalón, sus concepciones en materia económica, al igual que las de gran parte de la izquierda, comenzaron a variar hacia posturas menos radicales. Astori dejó de utilizar ciertos enfoques –que incluso quedaron consignados en columnas publicadas en los primeros números de Brecha–, del no pago de la deuda externa, de la nacionalización de la banca o contra las zonas francas (allá por mayo de 1987), y su discurso adquirió un tono más moderado. Lo cierto también es que el mundo había cambiado radicalmente. En los primeros años de la década del noventa, junto con el derrumbe del socialismo real, perdió peso un paradigma que se presentaba como una alternativa al capitalismo y que recurría a una geopolítica enfrentada al dominio de Estados Unidos y al capitalismo financiero. Desde entonces desapareció cierto respaldo necesario para desafiar a las fuerzas hegemónicas en el continente y en el tercer mundo.

En los movimientos de izquierda comenzó a predominar la concepción más restrictiva de la política, más enfocada en el «arte de lo posible»; en otras palabras: hacer lo que se puede, en lugar de apelar a aquella máxima original de hacer posible lo que en primera instancia parece imposible. Había que moverse en un mundo más hostil. En cuanto a la deuda externa, había desaparecido el pujo por generar un movimiento continental o regional para el no pago, encabezado por Cuba, en la segunda mitad de los ochenta. Si bien la vida ha demostrado que la deuda es incobrable, también mostró que era imposible no pagar los intereses, y se tornó quimérico el no cumplimiento del compromiso de abonar el capital adeudado. Lo que sí demostró Astori durante la primera administración frenteamplista fue que era posible saldar la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI): lo hizo y eso evitó los condicionamientos del poderoso organismo crediticio. Un detalle no menor es que los montos eran menores a las decenas de miles de millones de dólares que se adeudan a través de la emisión de bonos por parte del gobierno y que son comprados por bancos, gobiernos, particulares o fondos de inversión. Con todo, Uruguay siguió siendo miembro del FMI, de ahí que periódicamente tenga las revisiones a las que están sometidos sus socios.

Ese nuevo escenario conceptual ambientó el terreno para que, en 2004 –y en un viaje previo a las elecciones nacionales, con paradas en España y Estados Unidos–, Vázquez anunciara que Astori sería su ministro de Economía en el caso de triunfar. La designación de quien ya era considerado un moderado tranquilizó los mercados. En distintas entrevistas y en referencia a las políticas adoptadas en el tramo final del gobierno de Jorge Batlle, el futuro ministro de Economía había enfatizado en la necesidad de atender la macroeconomía y que, si bien estaban pendientes «grandes cambios», también «algunas continuidades». En el pasado, se había mostrado proclive a la creación de las AFAP (administradoras de fondos de ahorro previsional), en 1995, y fue copartícipe en la redacción, aunque después votó en contra por resolución de la dirección frenteamplista, de la ley de asociación de ANCAP con privados y de la desmonopolización de los combustibles de 2002. Esa ley, la 17.448, fue derogada por un referéndum, en el que el Sí alcanzó el 62 por ciento de los votos.

Danilo Astori, junto a Mariano Aarana (izq.) y Tabaré Vázquez (der.), noviembre de 1999. CARLOS TATO

Astori tuvo un primer desencuentro con sus pares del gabinete a poco de asumir en 2005, en los preámbulos de la aprobación del primer presupuesto quinquenal, pues se opuso a la adjudicación inmediata del 4,5 por ciento del PBI para la educación pública y lo propuso, en su lugar, como objetivo. Por unas horas y debido a la firmeza de Vázquez de cumplir con su promesa electoral, Astori presentó su renuncia y después de varias negociaciones retomó su cargo. Quien debió abandonar su puesto fue el titular de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto Carlos Viera, quien había contradicho al ministro de Economía en plena reunión del gabinete. Con el transcurso del tiempo ese porcentaje para la enseñanza se alcanzó, aunque ya la demanda de la educación era mayor.

Sin embargo, a pesar de algunos encontronazos con Vázquez, acompañó las intenciones presidenciales de flexibilizar el Mercosur y firmar un tratado de libre comercio con Estados Unidos –lo mismo hizo en el segundo período de Vázquez cuando apoyó la firma del TISA (el tratado de liberalización del comercio de servicios, promovido también por la primera potencia del mundo)–. En ambos casos, el Plenario Nacional del FA rechazó el camino impulsado por ambos.

Pero, más allá de estos escarceos, la principal obra de Astori (pues fue quien la diseñó en conjunto con el gobierno) fue la reforma tributaria de 2007. Con ella se eliminaron más de una decena de impuestos, se estableció el impuesto a la renta de las personas físicas (IRPF) en sustitución del IRP (impuesto a la renta de las personas), que gravaba todos los salarios. El IRPF es pagado por quienes tienen remuneraciones que superan la media y además es progresivo (con tasas incrementales de acuerdo a distintas franjas salariales). También se tomaron medidas para favorecer la creación de empleo y la inversión, fijando el IRAE (impuesto a la renta de la actividad empresarial) en un 25 por ciento, con la salvedad de que quienes solo retiren utilidades y no inviertan en la empresa deberán pagar un 7,5 por ciento adicional. Asimismo, se uniformizó el aporte patronal al Banco de Previsión Social en 7,5 por ciento, lo que significó alguna rebaja para ciertos sectores empresariales. La discusión parlamentaria de esta reforma, incluso dentro del entonces oficialismo, demoró meses, pues parte de la bancada frenteamplista pretendía que hubiera un solo IRPF, pero al final se aprobaron las categorías I y II; la primera grava rentas de capital como los alquileres o los intereses bancarios. La pretensión de los legisladores críticos era que las dos categorías se unificaran y fueran progresivas, pero finalmente el IRPF de categoría I tiene una tasa planchada.

El manejo de la macroeconomía, junto con la reforma citada y el cambio del perfil de la deuda externa, tanto en sus vencimientos como en la moneda de endeudamiento (hubo mucha emisión en pesos), dieron sustento a las administraciones frenteamplistas y el protagonista de esa lógica fue Astori.

PERIPLO ELECTORAL Y TENSIONES

Si bien fue el factótum en materia económica, su suerte fue distinta en materia política. Sus diferencias con Vázquez, que se hicieron notorias cuando acompañó la visión de Seregni sobre la reforma constitucional (el general renunció a la presidencia del FA, el 5 de febrero de 1996, debido a la oposición de esa fuerza política encabezada por el expresidente) que instauró el balotaje, se hicieron más profundas en ocasión del referéndum por ANCAP y en varios cruces discursivos. Ello lo llevó a disputar la candidatura presidencial del FA contra Vázquez en las primeras elecciones internas a padrón abierto. El expresidente se impuso por un margen de 80 contra 20 por ciento.

Una vez transcurrido el primer gobierno frenteamplista, Vázquez decidió impulsar la postulación de Astori para que lo sucediera. Pero en el congreso de diciembre de 2008, que decidió las candidaturas, quedó en cuarto lugar, detrás de José Mujica, Marcos Carámbula y Enrique Rubio. Este último se bajó y quedaron en competencia Mujica, Carámbula y Astori. Esa vez ganó Mujica y Astori concurrió a la elección como su vice, pero después de duras y complejas negociaciones entre los núcleos duros de ambos dirigentes. Otros incidentes que posteriormente tensarían las relaciones entre los bloques, en pleno gobierno, estuvieron dados por los coletazos de las privatizaciones de Pluna y los subsiguientes procesamientos de figuras del equipo económico.

A pesar de esos reveses al interior de la coalición de izquierdas, Astori cumplió con sus dichos y aceptó el lugar que la grey frenteamplista le adjudicó, sin abdicar de sus convicciones y menos de su pertenencia al FA. Y aunque su sector fue perdiendo incidencia entre los votantes frenteamplistas, su figura como referente para propios y ajenos se mantuvo firme. Desde su puesto de vicepresidente continuaría siempre dirigiendo el equipo económico y, en el último período (el segundo de Vázquez), volvería a hacerse cargo del Ministerio de Economía y Finanzas.

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