La Bolsa de Valores de Lima se desplomó como un aguacero amazónico cuando Ollanta Humala asumió la presidencia hace cuatro años. El retiro de capitales era la fría bienvenida que el mundo financiero peruano había organizado para condicionar al gobierno de quien se presumía era el “hijo político” de Hugo Chávez en Perú. Hijo de un cuadro nacionalista incaico, identificado con la corriente nacionalista del Ejército (antes de ser teniente coronel, Humala se sublevó contra el gobierno de Fujimori) y con buenos vínculos con Caracas, el nuevo jefe de Estado peruano era para el establish-ment limeño una suerte de déjà vu del general antimperialista Juan Velasco Alvarado.
En las primeras semanas de su administración, Humala pareció corresponder a esas expectativas. Encumbró, por ejemplo, al líder ...
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