La imagen es por demás elocuente: el sol cae en diagonal en esta esquina porteña. Chango Spasiuk, desde la ochava iluminada y vestido en tonos negros, saluda con ganas y sonriente a una chica que pasea a su perro y que está del lado sombreado de la calle. Ocurre que Chango está con refacciones en su casa. Como pasa casi siempre: lo que comienza siendo apenas la posibilidad de hacer otro baño en una construcción antigua termina con los pisos de media casa levantados. Por eso el encuentro es en este café, una mañana hermosamente primaveral, en el corazón del barrio de Villa Urquiza de la ciudad de Buenos Aires. Y Chango que dice, risueño: «Charlemos».
Tiene entre manos un nuevo disco: Eiké. Un trabajo pensado y hecho durante la pandemia. Una suerte de revisita de su largo recorrido más unas ...
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