Una esperanza y una desesperación - Semanario Brecha
Los cumpleaños de Idea

Una esperanza y una desesperación

En este agosto, en el que el país entero parece convocado a recordarla, invitamos al lector a asomarse a la intimidad de una poeta excepcional, que en la escritura de su diario acomodaba la voz y el cuerpo a la organización del relato de su vida.

En París, en 1954 Colección Idea Vilariño Archivo Biblioteca Nacional, Michel Sima

Idea Vilariño llevó un diario toda su vida. Entre los homenajes y las celebraciones por su centenario, decidimos transcribir las entradas que corresponden al día de su cumpleaños –el 18 de agosto– desde 1937 hasta 1945, los años reunidos en su Diario de juventud. Son fragmentos en los que encontramos a la adolescente que se transforma en mujer, leemos sobre sus aprendizajes y sus pérdidas, sus búsquedas y sus descubrimientos, sus alegrías y sus tristezas.

1937
>> 18 de agosto

17 años. Guantes tejidos de las mellizas, Osvaldo trae mi retrato enmarcado, Estela, una caja de polvos –que no uso–, Iris, bombones, etc. Llaman diversos olvidados.

>> 21 de agosto

Festejo. Los muchachos de siempre; las amigas de siempre. Bayce creyó que era temprano y apareció de tarde. […] Eros y sus padres. Todo está lindo y animado. Piano. Bailamos hasta las 3. Pero me aburro. ¿No hay nadie para mí?

1938
>> 18 de agosto

Hugo envía un ramo de 18 claveles rojos, Henry una canasta de 18 camelias blancas, Carlos V., bombones, los hermanos, unos delicados guantes mostaza, mamá, un sombrerito mostaza hermoso, papá, el buffet, A. Toscano, La vida de Jesús («Suave claridad para Elena, alma luminosa»). Y petacas, telas, un prendedor, unos zapatitos chatelain con flores (lila) que me gustan tanto. Y viene todo el mundo.

1939

Este viernes 18 de agosto cumplí 19 años. Siento, me preocupa este irse rápidamente de la vida. Siento que se me escapa veloz entre las manos, mientras casi no vivo más que sueños. Sobre todo porque los días apenas me dejan tiempo para vivir, para tomar, para decidir, y no atino a nada de lo que quisiera. Mamita hizo pastel de pollo y bizcochuelos varios. Vinieron los de siempre, y recibí lindísimos regalos.

1940

[La entrada del 29 de julio termina con este comentario:]

Me he dedicado mucho al violín y estoy tocando bien.

[Después, Idea interrumpe sus anotaciones hasta el 31 agosto, día en que escribe:]

Mamá murió el 16 de este mes!

[Ese año no volvió a escribir en el diario.]

1941
>> 18 de agosto

De madrugada. Hoy cumplo 21 años. Pero quiero decir mejor que hoy digo adiós a mis 20 años. ¡Mis 20 años! A menudo le he dicho a Claps que pasaba mis 20 años durmiendo. En parte es verdad. Después de pasar el último verano noche tras noche en vela hasta la madrugada, cuando mi salud estuvo mejor me invadió un sueño profundo y pesado que me retiene en la cama hasta las 10, las 11, las 12 de la mañana. […]

Pero yo no he perdido mis 20 años. Antes de ayer, 16 de agosto, hizo un año de la muerte de mamá. (No sé cómo puedo escribir esto). Hace un año que no estudio, que no toco el violín ni el piano. A fines del año pasado quise dar los exámenes de medicina y solo alcancé a dar tres. Después me enfermé. Pero digo que no he perdido mis veinte años porque logré aprehender algo que vislumbraba desde hacía tiempo. Ahora he visto. He visto y me he sentido perdida. Y quiero escribir esto porque de vez en cuando la corriente me arrastra. Pero cuando lo escribo quedo vacía. Las palabras; las palabras. Pero ahora no puedo decirlo y no puedo porque estoy demasiado lejos. Copiaré lo que he escrito en estos mis veinte años y un poco antes.

Sellos del Correo Uruguayo de la serie Mujeres Notables en homenaje al centenario del nacimiento de Idea Vilariño

1942
>> 18 de agosto

Hoy cumplo 22 años.

Qué será de mí.

Haber despreciado tanto.

De tarde Numen, que me trae tulipanes; papá envió un pollo. Sylvia trae un florero imitando cristal tallado y claveles blancos. Claps la sonata en la mayor de César Frank.

1943

[Nada el 18. Recién menciona su cumpleaños en la entrada del 2 de setiembre.]

Mi querido se acaba de ir. Lo hago sufrir. Hoy tuvo la culpa el aire. Fue un día pesado, abrumador. […]

Recordé que mi regalo de cumpleaños –que iba a ser un anillo, un prendedor, el collar, lo que fuere– no había llegado. Y se renovó la decepción infantil de aquel día. Pasará otra semana sin que llegue. Creo que ni se acuerda. Pienso en mis apuros, mi ahorro de cada día, días que pasé sin leche para no tocar lo que guardaba para su lapicera. En dos meses reuní 10 pesos.

1944
>> 18 de agosto

[Es una entrada extensa y sombría en la que no menciona su cumpleaños. Sólo en la última línea escribe:]

Estoy triste, desanimada, desilusionada hasta morir. Ah. Hoy cumplo 24 años.

1945
>> 18 de agosto

Hoy cumplí 25 años.

Profundamente me desprecio.

Y sin embargo esta dicha está en mí. Acepto todo, todo me parece comprensible menos el mal a los otros, la traición, las vidas no sinceras. Y he aquí. […]

Al abrir esta noche la puerta para entrar en esta casa la oscuridad absoluta del zaguán y un desprecio absoluto por mí misma me envolvieron. Abro la puerta de mi habitación y siento el olor de su cigarro. Enciendo la lámpara, pongo el reloj a las siete. Voy a lavarme. Me acuesto sin desnudarme. Escribo esto.

Todo está bien así. La vida es compleja, difícil y dulce. La intimidad de cada ser es un mundo insospechado, insospechable.

1950 [Fuera del Diario de juventud]

[No hay una entrada específica del día 18. La mención al cumpleaños aparece en una carta a Juan Carlos Onetti que transcribe en el diario. Hacía muy poco que se habían conocido.]

Onetti: Es la noche de mi cumpleaños, cerca de las cuatro de la mañana. Vinieron Alma y Poema, Sarandy y su mujer, Yaco y etc., algún otro. Tomaron añeja. Yo toqué durante dos o tres horas los tangos más tristes del mundo, sin parar, si no fuese tan razonable me hubiese emborrachado. Ahora estoy escuchando en la radio los bailables hasta las siete de la mañana, y siguen tocando los tangos más tristes del mundo. Hoy me mandaron muchas flores, como si me casara o si me hubiera muerto. No miento si digo que el más franco placer me lo causó su carta, el simple sobre ya.

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