Verborragia parisina - Semanario Brecha

Verborragia parisina

En Cinemateca: “Dobles vidas”.

Dobles vidas.

Esta película1 recoge, como tantas otras, esa tradición tan propia del cine francés más cerebral y reflexivo de enfocarse en un grupo de burgueses bohemios, personajes que orbitan en el mundo de la cultura y las artes y discuten en torno a ella con envidiable coherencia y verborragia. Todo esto mientras degustan quesos, baguettes y vinos en lívings elegantes, rodeados de repisas atestadas de libros o en acogedores cafés parisinos. En este caso, los protagonistas son los integrantes de dos parejas: por un lado, una renombrada actriz (Juliette Binoche) y su marido, un exitoso editor (Guillaume Canet); por otro, un novelista (Vincent Macaigne) y su mujer (Nora Hamzawi), asesora de un político. Como ya hemos visto una y mil veces en este cine, casi todos los personajes tienen relaciones extramaritales y conversan con sus amantes sobre temas elevados, aun mientras se revuelcan entre las sábanas.

Los affaires son escrupulosamente furtivos y silenciados hasta que las parejas deciden sincerarse, y los “engañados” los asumen de forma muy cerebral y pacífica, sin escándalos, sin ataques de celos, prácticamente sin consecuencias. Viendo este cine, uno llega a preguntarse si existirán realmente grandes sectores de la población francesa que siguen este tipo de conductas o si, en cambio, hay cierto carácter moralista en este cine, con personajes que son ejemplos a seguir, y cierto aleccionamiento de cómo deberían ser las reacciones de las personas civilizadas. Como sea, tanto en esta película como en el cine de Agnès Jaoui, de Mia Hansen‑Løve, de Arnaud Desplechin, de Philippe Garrel y de tantos otros cineastas franceses actuales suele resultar chocante este (¿impostado?) comportamiento de los personajes frente a situaciones límite.

Este cine tiene esas características y corresponde a cada uno decidir si tomarlo o dejarlo, con sus pros y sus contras. Los elementos a favor no son pocos ni menores: actuaciones brillantes, la verbalización de tópicos coyunturales de primer orden (algo más bien difícil de encontrar en el cine en general) y un inmejorable know‑how para recrear el coloquialismo en ciertas situaciones cotidianas. Aquí, el cineasta Olivier Assayas (Irma Vep, Las horas del verano, Viaje a Sils Maria) despliega una historia en la que temáticas como la transición hacia el mundo digital, los nuevos hábitos, las noticias tendenciosas, la masividad y sus problemas, la vida privada devenida pública, la obsolescencia de los viejos formatos y las viejas costumbres, y el aggiornamiento o la resistencia a estos cambios son puestos sobre la mesa. La película sobrevuela estos temas y otros sin profundizar en ninguno de ellos, pero al menos propone la discusión al espectador, quizá animándolo a continuarla en otros ámbitos.

Se vuelve algo abrumadora la verborragia de los personajes, lo cual lleva a que el hilo de las discusiones se pierda de a ratos. Quizá este problema podría haberse ahorrado incorporando más momentos de distensión entre los diferentes diálogos y mejorando así el ritmo general, pero este detalle no quita que se trate de una película sólida: una propuesta tan inteligente como estimulante.

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